Hillary Clinton, lo menos malo de lo malo

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

Hillary Clinton, lo menos malo de lo malo

Washington – Las encuestas de popularidad vaticinan que Hillary Clinton es la candidata presidencial con más posibilidades de reemplazar en la Oficina Oval a Barack Obama, el 20 de enero de 2017, y la primera mujer en la historia de Estados Unidos que asumirá el poder Ejecutivo.

La exprimera dama, exsenadora y exsecretaria de Estado tiene un pequeño problema, que muchos de los electores estadunidenses que sufragarán por ella el martes 1 de noviembre lo harán porque la consideran lo menos malo de lo pésimo que son y representan los cinco candidatos a la presidencia. Los dos del Partido Demócrata y los tres del Republicano.

Los aspirantes a la nominación presidencial por el Partido Republicano: Donald Trump, Ted Cruz y John Kasich, a nivel nacional y de acuerdo con los sondeos, técnicamente están destinados al fracaso en los comicios de noviembre. De este trío, a Trump los votantes hispanos lo alucinan, los de origen musulmán lo aborrecen y la mayoría de las mujeres lo vomita.

¿Esto que significa? Que si Trump es el candidato presidencial republicano se podría decir que la victoria de Clinton es exclusivamente un asunto de trámite. Lo mismo ocurriría con Cruz como el abanderado republicano y con Kasich. Ninguno de estos dos goza de amplias simpatías entre el electorado. Cruz menos que Kasich.

Electoralmente, solo el senador independiente Bernie Sanders, el otro candidato a la nominación presidencial por el Partido Demócrata, representa en este momento una amenaza a las aspiraciones de la esposa del expresidente Bill Clinton.

La popularidad de Sanders sigue creciendo y con ello la esperanza de los republicanos de que le arrebate a Clinton la nominación.

Política, social y moralmente, como lo señalan las encuestas nacionales de popularidad, Sanders es mejor que Hillary. La dificultad que tiene el senador es que como candidato presidencial por el Partido Demócrata, y otra vez según las encuestas, tiene menos posibilidades de victoria, sin importar lo abominable e ignorante que pueda ser Trump, ni lo antipático de Cruz, o lo poco popular de Kasich.

Hillary para ganar la Casa Blanca le apuesta al suicidio republicano con Trump y Cruz. El Partido Republicano le apuesta a la candidatura presidencial de Sanders para poder recuperar la Casa Blanca que perdió hace ocho años frente a Obama.

Puede sonar estúpido, pero sí es posible que Trump derrote a Sanders en una elección presidencial. Cruz también lo lograría.

La estrategia republicana con Sanders como candidato presidencial demócrata es muy sencilla: recordarle a los electores estadunidenses que a Sanders se le ve como a un político socialista y que el senador independiente por Vermont lucharía con todo el poder político necesario para destruir los intereses económicos del país. ¿Quién en la cuna del capitalismo votaría por un socialista?

Tal vez muchos, pero no los suficientes para llevar a Sanders a la Casa Blanca. En Estados Unidos preferirían a un ignorante, misógino, racista y hablador como Trump, antes que a un socialista. Sanders es la antítesis de todo lo que les han enseñado en sus hogares y escuelas a los ciudadanos de los Estados Unidos.

Sin duda, por lo que se percibe ahora y electoralmente hablando, Hillary es la gran favorita para ganar en noviembre. No porque sea popular entre la población de su país. Es más bien la opción viable para tratar de mantener el estatus quo de los verdaderos intereses nacionales e internacionales de Estados Unidos.

Llama la atención que entre las mujeres Hillary no es tan popular como se pensaría. Muchas la siguen catalogando como una mujer ambiciosa de poder, voluble y representante de los intereses del sistema político y no de los de la población común y corriente.

No es antipática como Cruz ni mucho menos aborrecida como Trump. No obstante, sus seguidores son más bien el resabio de la aún tan popular y exitosa presidencia de Bill, su marido.

Las infidelidades de Bill solo las recuerdan los más conservadores y algunas mujeres. Estas últimas por eso no perdonan a Hillary.

No olvidan que por su ambición de poder prefirió seguir al lado de Bill y hacer como si Mónica Lewinsky jamás hubiera existido.

Se habla de que el martes 1 de noviembre habrá mucha abstención electoral en Estados Unidos. Faltan seis meses para los comicios y es complicado hacer proyecciones infalibles. Lo que ya se advierte es que los muchos o pocos que voten ese día elegirán la opción menos insensata, y esa es Hillary.

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