Palabra crítica

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Elecciones violentas y de cada tres años

Por Héctor Javier Sánchez

La mayoría de analistas coincide en que vivimos una jornada electoral sin la violencia que se había pronosticado. Pero, ¿realmente fue así? Las elecciones deberían de analizarse no solo por cómo se llevaron a cabo el propio día de los sufragios, sino por la forma en que se dieron antes, durante y después del domingo 7 de junio.

¿Hubo violencia? Definitivamente sí. De acuerdo al sociólogo noruego Johan Galtung, existen tres formas de violencia: la directa, la estructural y la cultural. Los tres tipos de violencia se dieron en esta elección:

Violencia Directa. Puede ser física y verbal; es la más visible de todas. Además del contexto de violencia más que preocupante que existe en el país por la inefectiva, pero mortífera, guerra contra el narcotráfico, el 7 de junio se desplegó un operativo policial-militar muy significativo, sobre todo en Guerrero, Oaxaca y Michoacán. Asimismo, se documentaron al menos 20 homicidios y hubo levantones, secuestros y hasta un extraño suicidio en el Distrito Federal. ¿Puede la población de las zonas del país más afectadas por este tipo de violencia votar libremente?

Violencia Estructural. Es aplicable en situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de los procesos de estratificación social, es decir, sin necesidad de formas de violencia directa. Ante la presencia de un conflicto, una de las partes se beneficia sistemáticamente en detrimento del bienestar de la otra. Aquí se incluyen mecanismos de dominio, tales como violencia de género, racismo y discriminación, entre otros. Se produce por estructuras sociales (políticas, económicas y religiosas, principalmente) que emergen de la distribución desigual del poder y de la disponibilidad y acceso a recursos, las cuales impiden a las personas alcanzar su pleno potencial. Este tipo de violencia se encuentra estrechamente vinculado a los mecanismos que producen injusticia social como producto de la opresión ejercida por un grupo sobre otro (Paul Farmer, 2004) y, por supuesto, también se relaciona con la presencia de la violencia directa.

Violencia cultural. Se produce cuando se normaliza y legitima a las otras dos formas de violencia. El racismo y el sexismo son ejemplos de este tipo de violencia.

En estas elecciones hubo un abstencionismo de 53%, ante lo cual nos dicen que “es normal” en las elecciones intermedias. ¿Realmente tendría que ser normal? ¿No tendría que analizarse que 53 de cada 100 mexicanos/as no acudan a las urnas a votar? ¿Significa nada esa cantidad de personas que no votan? Peor aun, a ese 53% agréguese otro 4.9% de votos nulos, lo que ya nos da el 58% de votantes que no se sienten representados/as por el “pluralismo” por el que tenemos que elegir.

Por otra parte, de las personas que sí votan, ¿cuántos sufragios son emitidos en favor de cierta candidatura vía compra de votos (más aun en zonas rurales y campesinas, en donde un voto puede representar de 1,500 a 5,000 por persona/voto, bien sea en efectivo, o a través de despensas, materiales de construcción y artículos escolares, entre otros), asegurando con ello la continuidad del círculo de la corrupción e impunidad?

Entonces, ¿sobre qué proporción de población disfruta la clase política, no solo de un sinfín de privilegios, sino también, más grave aún, decide el rumbo del país? La respuesta bien puede llevarnos a que no deberíamos ser simples espectadores de la pelea de la clase política y empresarial del país por los moches, comisiones, (s)obras y negocios de todo tipo –legales e ilegales, grandes, medianos y pequeños-, así como de la ruina a la que minuto a minuto, hora por hora, día tras día, llevan al país. Y eso es violencia de todo tipo, directa, estructural y cultural. Las muertes, las y los desaparecidos, la cantidad de dinero despilfarrada en cada elección (en 2015 los partidos recibieron más de 5 mil 356 millones 771 mil 247 pesos con 32 centavos para campañas y gastos ordinarios), la guerra sucia, la corrupción, las trampas, etc., todo ello es violencia.

Se acaba de votar por nueve gobernadores, por 500 diputados/as y presidentes municipales. ¿Será un simple cambio de nombres, colores y partidos? ¿O será el inicio de la resolución de los problemas que nos aquejan? No deje la respuesta al paso del tiempo… La política no debe ser cosa de otros y su construcción tampoco debe espaciarse a cada tres años… Es muy probable que la gran mayoría de los nuevos, reciclados y los ya muy antiguos representantes populares -independientemente de su filiación política- trabajen para asegurar la permanencia del modelo de explotación que favorece a muy pocos (curiosamente a ellos/as y a sus círculos cercanos y de interés) y despoja y marginaliza al grueso de la población. México puesto a la venta en una gran venta de ocasión, la gran barata, la noche (de 365 días de duración) de ofertas, adquiera territorio, bienes, servicios, petróleo, todo lo que se pueda llevar o pueda tener (como en un gran buffet) por solo unos cuantos pesos, que podrá pagar mediante cómodas –muy cómodas- quincenas o mensualidades a sus trabajadores, a las y los que podrá despedir cuando usted lo desee… Este sistema, legitimado y validado mediante las urnas cada tres años, le garantiza su inversión “haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit).

¿Por qué nos duele, nos molesta e indigna más la quema de boletas y los bloqueos de carreteras, por citar algunos ejemplos, que todo lo que roban y dañan a la nación? ¿Qué puede dañarnos más que las más de 85,000 muertes del sexenio anterior, más las miles que se acumulen en el sexenio actual? ¿Las protestas de los maestros o el robo y la corrupción de Pemex y de la estela de luz –también, solo por citar algunos ejemplos?

Si no construimos nuestro propio porvenir, con, sin o a pesar de las elecciones, seguiremos rumbo al despeñadero y comentando cada tres años la abstención, el voto nulo y que el PRI-PV-Panal le ganó al PRIAN y éste a su vez al PRI-PRD, que a su vez le ganó a… las izquierdas y éstas a su vez… Mientras tanto, el país seguirá despeñándose. Estaría bien parar la caída y levantarse, ¿no le parece?

 

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