El elefante en la habitación

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Ricardo González Bernal

Coordinador del Programa Global de Protección de Article 19

@R1card0G0nzalez

El elefante en la habitación

 

 

 

Existe un relativo consenso respecto a la amenaza que representa la violencia (física) en contra de periodistas y medios de comunicación. En México, una alianza entre periodistas, personas defensoras de derechos humanos, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación, logró impulsar la creación de un mecanismo de protección. Funcionarios de gobierno, empresas de medios de comunicación, periodistas y activistas, coinciden en la condena de los ataques en contra de periodistas, de los efectos devastadores de la impunidad.

 

De lo que casi no se habla es de la pauperización de las condiciones laborales de quienes ejercen el periodismo de manera profesional, la cual es uno de los elementos que propician y perpetúan la situación de vulnerabilidad.

 

Es claro que la responsabilidad de garantizar las condiciones necesarias de seguridad a periodistas, y en sí a cualquier persona, recae inequívocamente en el Estado. Sin embargo, es innegable que los sueldos raquíticos, la inestabilidad laboral y la falta de capacitación son elementos decisivos en la situación de vulnerabilidad en la que las y los periodistas ejercen el periodismo.

 

Poco o prácticamente nada se ha hecho para colocar en el centro de las discusiones el tema de las condiciones laborales. De ese modo, tenemos organizaciones de propietarios de medios de comunicación desgarrándose las vestiduras por la violencia y la impunidad, que al mismo tiempo guardan silencio cuando se trata de hablar de prestaciones laborales, seguros de gastos médicos, contratos, etc.

 

¿Qué clase de estrategia de prevención puede instrumentar un periodista para decidir qué información debe o no ser publicada, cuando su sueldo está basado en el número de notas publicadas? ¿Cómo podemos pedirle a un periodista que sea independiente, si su mismo medio le invita “a completar su quincena” con los “apoyos de la fuente”?

 

¿Cómo podemos hablar de protección integral a periodistas si sus derechos laborales son menoscabados por una industria cuyas prácticas rayan en la explotación?

 

El caso de México es particularmente grave. En un país en donde la violencia en contra de periodistas es cosa de todos los días, según un informe de CIMAC sobre este tema, hay que sumarle la generalización de “relaciones laborales perversas”, las cuales, señala el informe, se traducen en falta de contratos formales, simulación e incumplimiento impune de normas mínimas de protección y prestaciones por parte de los dueños de los medios de comunicación.  

 

En un artículo publicado el año pasado, Gabriel Gutiérrez señala que en “la Tabla de Salarios Mínimos Generales y Profesionales 2015, los periodistas tienen un tope mínimo de 210 y 204 pesos para las zonas A y B, respectivamente. En los hechos, muchos ni siquiera están inscritos al Seguro Social ni tienen prestaciones”.

 

El elefante en la habitación, son las condiciones laborales paupérrimas de la prensa, y aunque todos lo ven, parece que nadie quiere nombrarlo.

 

Las voces de periodistas que han señalado esto, lo hacen bajo el riesgo de ser objeto de represalias; al final del día, son ellos y ellas los directamente afectados por esta situación.

 

Resulta un tanto ofensivo escuchar en foros internacionales a dueños de medios de comunicación lamentarse por las condiciones de seguridad que enfrenta la prensa en México, cuando ellos mismos recurren a trucos administrativos y contables para no inscribir a sus empleados y empleadas en el Seguro Social.

 

No es suficiente que las empresas de medios de comunicación respondan para exigir protección y justicia para sus empleados cuando ha tenido lugar una agresión, porque éstas tienen una obligación legal previa de garantizar estabilidad y una remuneración digna.

 

No se trata de dar apoyos filantrópicos sino de respetar los derechos laborales, los cuales, cabe mencionar, son también derechos humanos.

 

***

A finales del año pasado, las principales empresas de medios de comunicación a nivel internacional y organizaciones defensoras del derecho a la libre expresión y la libertad de prensa publicaron “Principios para la Seguridad de Periodistas Freelance”, en el marco de la Alianza por una Cultura de la Seguridad. El documento convoca a periodistas, pero en especial a empresas de medios de comunicación, a suscribir y promover condiciones laborales aceptables y las mejores prácticas de seguridad para coberturas en riesgo.

 

Hasta el momento, ningún medio de comunicación mexicano se ha sumado a la iniciativa. Es momento de impulsar de manera efectiva el respeto a los derechos laborales de quienes ejercen el periodismo en México.

 

Aquí pueden consultar los principios: Principales y Prácticas de seguridad

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