Alejandro Saldaña Rosas
Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana
Twitter: @alesal3
Veracruz: la letra y la sangre
Esta mañana en la cobertura de la protesta por la evaluación nacional, un sujeto supuestamente infiltrado (una maestra le pidió identificación y no llevaba) me tiró una patada por atrás cuando cubría la represión por parte de la policía de Veracruz contra los docentes y me derribó, activé las medidas del mecanismo nacional y nunca atendieron mi auxilio, debido a la agresión, mi equipo fotográfico sufrió daños severos, por lo que el lente se partió, pongo las fotos del sujeto que me agredió (el de rojo) y de como acabó mi lente. Un reportero está dando una versión a favor de la policía, diciendo que yo me puse agresivo con ellos, cuando en mi trayecto no me había topado aun con ningún policía y tengo video de eso.
Del muro en Facebook de Raziel Roldán, periodista (https://www.facebook.com/razr6k)
El día 3 de noviembre (hace apenas unas semanas), el subsecretario de Derechos Humanos y Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa Cifrián, y el gobernador del estado de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, firmaron el Mecanismo de Alerta Temprana para Periodistas en Veracruz. Los días 21 y 22 de noviembre varios periodistas fueron agredidos por personal de la Secretaría de Seguridad Pública, entre otros Raziel Roldán, Roger López (del colectivo Voz Alterna, al que pertenecía Rubén Espinosa), Iván Sánchez, Hugo Gallardo, Carol Suárez y Melissa Díaz. Esta última denunció en redes sociales que fue víctima de acoso, intimidación y robo por parte de policías al mando de Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública: “aproximadamente ocho policías estatales me quitaron mi celular, lo rompieron delante de mí, lo patearon, no me lo quisieron regresar aun roto, me rodearon para después decirme que me fuera”.
Las agresiones se hicieron cuando periodistas documentaban las palizas que golpeadores y policías propinaban a maestros en el marco de las protestas por la evaluación docente en Xalapa, Boca del Río y Veracruz. Es importante mencionar que la represión la encabezó Bermúdez Zurita, quien, embozado y en uniforme policiaco, también repartió toletazos a maestras y maestros. Hay que señalar que en la represión del gobierno veracruzano, el diputado federal Cuitláhuac García también fue lesionado.
La represión del gobierno de Duarte ha sido brutal. Decenas de maestros, vecinos y transeúntes golpeados (al menos cuatro con lesiones graves), dos detenidos y cuatro desaparecidos era hasta la noche del domingo el saldo de la agresión.
El sábado 21 y el domingo 22 la sangre de maestros y periodistas ha llegado a las calles de Veracruz, Boca del Río y Xalapa. Específicamente en esta ciudad capital, los agresores han sido policías, granaderos y golpeadores vestidos de civil, como lo podemos observar en las decenas de videos que circulan en las redes sociales y que han sido recogidos por algunos medios de comunicación: http://www.proceso.com.mx/?p=421368; http://plumaslibres.com.mx/2015/11/22/profesores-y-reporteros-golpeados-por-policias-y-grupos-de-choque-durante-segunda-jornada-de-evaluacion-educativa-en-veracruz/. Inclusive ha sido documentado también que policías entraron a golpear a maestros que se encontraban hospedados en hoteles cercanos al Complejo Deportivo Omega, en Xalapa.
A punta de golpes, Javier Duarte envía varios mensajes al pueblo veracruzano y al gobierno federal:
- La alerta para protección de periodistas en Veracruz es letra muerta. No ha servido para nada y la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (CEAPP), Namiko Matzumoto Benítez, incumple con su labor, más aún cuando en el ejercicio de su actividad excluye a periodistas que le resultan incómodos a Javier Duarte, como los compañeros del Colectivo Voz Alterna. Recordemos que a Rubén Espinosa –integrante de este Colectivo- lo golpearon el 14 de septiembre de 2013 cuando fotografiaba el desalojo de maestros y estudiantes de la Plaza Regina Martínez. Rubén y Regina, periodistas, fueron asesinados y sus crímenes permanecen impunes.
- La tal evaluación docente es un mecanismo de exclusión y control social sobre un sector especialmente movilizado de la sociedad mexicana. La golpiza evidencia la intención del gobierno estatal de plegarse a los propósitos del gobierno de Peña y su pendenciero alfil, Aurelio Nuño, para imponer a sangre y fuego la evaluación docente. ¿Qué profesor puede “evaluarse” en un clima de represión y violencia? Violencia que inicia, hay que decirlo, con el carácter punitivo de la evaluación que más que reformar la educación, pretende destruir los núcleos de resistencia social en el gremio magisterial. Y por cierto, en Veracruz, la “evaluación docente” ha sido un completo fracaso.
- El gobierno de Duarte actúa en la ilegalidad porque se sabe protegido por el gobierno de Peña Nieto. Golpeadores vestidos de civil usando palos, bates, manoplas metálicas, picanas eléctricas es un esquema de agresión que Arturo Bermúdez Zurita utilizó el 5 de junio de 2015 cuando un comando agredió a 8 estudiantes de la Universidad Veracruzana, delito que sigue impune y que cada día que pasa ratifica que #FueElEstado. Este mismo esquema de ataque ilegal entró en operación el sábado 21 y domingo 22 de noviembre en contra de los maestros. El gobierno actuando en plena ilegalidad expresa que el pacto de impunidad está vigente.
- La saña con que actuaron policías y mercenarios es el corolario de un gobierno que carece totalmente de capacidad de negociación, de sensibilidad social, de olfato político. Cada golpe, cada batazo, cada periodista pateado, cada maestra lanzada al piso por una bestia uniformada, evidencia el fracaso de una administración que con salvajismo pretende imponer lo que con intervención política es incapaz de construir.
Veracruz: la letra. Maestros y periodistas golpeados, encarcelados, desaparecidos, asesinados, y la Universidad Veracruzana estrangulada a través del financiamiento.
Veracruz: la sangre. Miles de muertos, fosas clandestinas, desaparecidos, feminicidios, extorsión, dolor y cinco colombianos asesinados en el municipio de Puente Nacional, la semana pasada.
