A bote pronto (Operación Masacre)

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Alejandro Mosqueda Guadarrama

Camarógrafo y documentalista

Facebook: Moga Aleko

Operación Masacre

El trabajo de un periodista puede llevarlo a caminar por zonas desconocidas, por temas que pueden cambiarle el rumbo a su trabajo, y, sobre todo, puede hacerlo experimentar -en algunos casos- una forma de ver la realidad y la vida, llevándolo a la toma de posiciones ideológicas y éticas que pueden enfrentarlo directamente al gobierno y a grupos poderosos en la política y en la esfera económica.

Sin embargo, el quehacer de informar también puede llevarlo por los oscuros pasillos del poder, de los cuales mucho sabía -y habrá recorrido- Zabludowsky, sobre todo en sus tres primeras décadas de periodista; se puede nombrar a Díaz Redondo, Mario Beteta, López Dóriga, Ruiz Healy, Jorge Fernández, Carlos Marín, Gómez Leyva, Ricardo Alemán -al menos entre los más conocidos en la farándula de la comunicación-, a los cuales su trabajo les ha cambiado la vida, al acomodarse para servir y servirse del poder.

En Argentina, después de un golpe de Estado (el 16 de septiembre de 1955, que obligó a Juan Domingo Perón a exiliarse), el gobierno golpista empezó a reprimir todo lo que pudiese ser o parecer oposición. Un joven periodista que por azares del destino se enteró de la existencia de un sobreviviente del fusilamiento realizado durante la madrugada del 10 de junio de 1956, decidió investigar y empezar a publicar lo sucedido dejando al descubierto la total ilegalidad (1) de los fusilamientos en el basurero José León Suárez, por parte de los cuerpos policiacos y militares. Este joven periodista era Rodolfo Walsh.

A partir de esta investigación y lo que le llevó a enfrentar, Walsh fue transformando su postura ante el poder, y su trabajo tomó una dimensión de denuncia frontal de la represión y las ilegalidades cometidas por el gobierno militar. Su posición ética e ideológica lo llevó por caminos de mayor compromiso con las causas y luchas sociales que caminan cada vez más con tintes de izquierda.

En años recientes, en México se han realizado trabajos de periodismo de investigación en temas de narcotráfico (con todo lo que esto implica en cuanto a evidenciar los nexos y colusión de empresarios, políticos, funcionarios y autoridades de todos niveles, así como de mandos de las instituciones militares y policiacas); también sobre temas de trata y pederastia y, más recientemente, sobre el escandaloso asunto de "La casa blanca", que, más allá del costo y lujos, dejó de forma más clara la estrecha "colaboración" entre Grupo Higa y Peña Nieto en una gran cantidad de obras multimillonarias.

Sin mayor trabajo de investigación, en fechas recientes se han venido generando notas informativas o de mera opinión de algunos periodistas, en las que sobresale el caso de Carlos Marín en el periódico Milenio –del cual es director-, para tratar de crear la duda sobre los jóvenes normalistas de Ayotzinapa y una posible relación (o pertenencia) con grupos del crimen organizado del estado de Guerrero. Esto se suma a la reciente aparición de la película “La noche de Iguala”, del periodista Jorge Fernández Menéndez y Raúl Quintanilla como director artístico, que se apega a la versión oficial de la Verdad histórica y que también trata de vincular a los normalistas con el crimen organizado.

Desde la Secretaria de Gobernación se oyó la voz de su titular, el señor Osorio Chong, atento y veloz, dando respuesta a los señalamientos de periodistas, como Marín. Palabras más, palabras menos, dijo: se va a investigar esa posibilidad de nexos de los jóvenes con el crimen organizado. De nuevo se trata de fortalecer esa “línea de investigación”, que Murillo ya había dibujado para desviar la atención sobre el asunto de fondo en el caso de los 6 asesinados y 43 desaparecidos la noche del 26 de septiembre del 2014.

¿Acaso se podría dar carpetazo al caso Ayotzinapa por el hecho de que los jóvenes estuviesen vinculados con el crimen organizado? ¿Eso sería suficiente para justificar y olvidarse del asunto? Para ellos –los señores del poder y sus funcionarios ineptos por consigna-, así tendría que ser. Sin embargo, el asunto de fondo es el castigo a quienes ejecutaron la acción directa y a los responsables de mayor jerarquía que están detrás de ésta: tanto unos como otros son funcionarios, mandos de instituciones policiacas y militares de diferentes niveles. Este es el punto de fondo.

Se quiere generar otra cortina de humo, desviar la atención, criminalizar a los estudiantes, justificar las acciones represivas que se han incrementado y, finalmente, cerrar el caso para continuar con las complicidades y la corrupción que desde las altas esferas se da con los grupos del narco. Para esto se requiere –aparte de la obstrucción desde las instancias de impartición de justicia- de los sucios oficios de una buena parte de periodistas y medios de comunicación.

En un acto de total congruencia con los intereses que le mueven, y a los cuales le es fiel a pesar de los absurdos que tenga que realizar, la clase política mexicana otorgó la máxima condecoración del Senado, la Medalla Belisario Domínguez (chiapaneco, político, senador y periodista que se opuso abiertamente al traidor y asesino Victoriano Huerta), al empresario Alberto Bailléres, que es el segundo hombre más rico de México (dueño de un emporio de minería, entre otros). Es presidente del Grupo Bal, con empresas en diferentes ámbitos de la economía.

Esta medalla se entrega por decreto presidencial desde 1954, que en su artículo primero dice: "Se crea la Medalla de Honor “Belisario Domínguez” del Senado de la República, para premiar a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra Patria o de la Humanidad".

Los grandes medios de comunicación mexicanos destacaron el “gran aporte” de este empresario al país. Muchos nos preguntamos cuál. La clase política, empezando por el señor Peña, sí lo ve y lo tiene muy claro. Tengo la impresión de que el médico Belisario Domínguez no estaría de acuerdo con esa distinción otorgada en su nombre.

El trabajo del periodista puede servir para muchos fines. La extensa investigación de Rodolfo Walsh aparece como libro bajo el título "Operación masacre" y es, posiblemente, el primer trabajo de investigación que toma dimensiones hasta ese momento desconocidas para el periodismo. Otro será el trabajo de Truman Capote, "A sangre fría", que es una novela que contiene elementos de trabajo periodístico de investigación. Walsh abrió la posibilidad de colocar el oficio como una forma de evidenciar el abuso del poder y su barbarie. Walsh -junto con otros compatriotas, como Jorge Ricardo Masetti, Rogelio García Lupo y el colombiano Gabriel García Márquez- fue parte del equipo fundador de Prensa Latina (agencia de noticias de Cuba), impulsada por Ernesto Guevara, en 1959, para enfrentar y hacer contrapeso a toda la desinformación y manipulación que sobre la Revolución cubana hacían las grandes cadenas informativas.

En México sobresalen las mujeres en esto del periodismo de investigación, seguramente muy a pesar de los Dóriga, Marín, Ruiz Healy, Gómez Leyva, Alemán, Fernández Menéndez y etcéteras que siguen el ejemplo de creadores de cortinas de humo y manipuladores de la información.

Como chiste de mal gusto, me imagino a Carlos Marín, u otro sesudo periodista, tratando de armar un “reportaje” para vincular a los normalistas con el yihadismo. Sonrío de mala gana y dejó sonar “La paloma” con Eugenia León.

(1) En cumplimiento de la Ley Marcial, son detenidos 12 hombres en un barrio de Buenos Aires, pero antes que se promulgara y difundiera oficialmente por radio dicha ley, así como otro decreto que establecía el fusilamiento a quienes violaran la Ley Marcial. Para aplicar la Ley Marcial a los sublevados, se hizo con retroactividad al delito cometido, violando el principio legal de la irretroactividad de la ley penal. El trabajo de investigación de Rodolfo Walsh lo demostró.

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