El canalla

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 Ernesto Ledesma Arronte

Director de Rompeviento TV

@eledesmaa

 

 

Lo que tiene precio, poco valor tiene

Friedrich Nietzsche

 

 

 

El canalla

Hay sectores de nuestra llamada izquierda que son fascistoides, inquisitoriales: no hay más verdad que la suya, aunque los hechos la refuten, y toda otra visión de la realidad debe ser, sencillamente, eliminada; no aceptan debatir porque quieren imponer, creen que los fines siempre justifican a los medios y terminan siendo, simplemente, una expresión del autoritarismo más cerril.”

Así inicia el artículo del periodista Jorge Fernández Menéndez publicado en el Excélsior el pasado 16 de octubre, al referirse a su película “La noche de Iguala”.

http://www.excelsior.com.mx/opinion/jorge-fernandez-menendez/2015/10/16/1051541

La estrategia es la misma, controlar la información, manipularla, generar polémica sobre hechos que son irrebatibles, convertir a las víctimas en victimarios, o incitadores de su terrible destino. Lo mismo ha sucedido en incontables atrocidades que hemos padecido en México. ¿Fueron realmente violadas las mujeres de Atenco o no lo fueron? Ayotzinapa: ¿fue desaparición forzada o no lo fue? Tlatlaya: ¿fueron ejecuciones extrajudiciales o no lo fueron? ¿Participó el Ejército Mexicano o no participó? Otro ejemplo pueden ser los fraudes electorales de 1988, 2006 y 2012. Hechos irrebatibles son retorcidos en una intensa campaña mediática hasta convertirlos en polémica. ¿Fue fraude o no fue fraude?

El control de los medios de comunicación es una de las principales estrategias gubernamentales para perpetuarse. La manipulación de la información como un absoluto, vender la pluma es perpetuarse; mientras esos gobiernos sigan, yo sigo como periodista bien pagado en ese medio; y como medio, yo coloco a ese tipo de periodistas para perpetuarme. Cada proceso electoral y cada nota roja hay que pagar la cuota. Más Jorges Fernández, Ciros Gómez, Ricardos Alemanes, Carlos Marines… Menos Aristeguis.

En México estamos tan acostumbrados a la manipulación mediática que es fácil perder los límites de su permisividad. El caso del mal llamado documental “La noche de Iguala”, realizado por el periodista Jorge Fernández Menéndez y dirigido por Raúl Quintanilla, director académico del Centro de Formación Artística de TV Azteca, es un caso extremo.

La cantidad de periodistas que se alquilan como estibadores gubernamentales cada vez es más notable. Ignoro si es porque en realidad hay más de ellos, o porque ahora son más cínicos y se exhiben con total desparpajo, o porque no pueden ocultarse.

En realidad, Fernández Menéndez no engaña a nadie sobre su posición respecto al caso Ayotzinapa. Sin decencia alguna, se atreve a señalar que “la investigación de Murillo Karam es magnífica en términos periciales” (entrevista en MVS), y señala que su “investigación” periodística coincide con la de la PGR.

La película “La noche de Iguala” no es un documental, aunque Fernández Menéndez afirme con base en Wikipedia que sí lo es. Afirma que los 43 estudiantes desaparecidos fueron asesinados e incinerados en el basurero de Cocula, por el grupo criminal “Guerreros Unidos”. También menciona en dos ocasiones que la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, es cuna de guerrilleros, pero también cuna de narcos o de gente vinculada con el crimen organizado. Homologa guerrilleros con narcos.

El periodista y coordinador de artículos de Opinión de La Jornada, Luis Hernández Navarro, detalla con precisión diversos yerros del largometraje de Jorge Fernández.

http://www.jornada.unam.mx/2015/10/18/espectaculos/a09a1esp.

La inexactitud y el formato policial del filme es tan cuadrado, que no se sabe si realmente el director fue Raúl Quintanilla o Genaro García Luna.

No voy a hurgar más en el interior de la película. Mejor vaya usted a verla y forme su propio juicio. Yo aquí le estoy presentando el mío.

Quiero centrarme en lo que no hay en la película, y lo que muestra esa ausencia. En eso que Fernández Menéndez llama “documental”, no hay una sola entrevista ni testimonio de estudiantes de la normal de Ayotzinapa, ningún padre o madre de familia que busca a su hijo o cuyo hijo perdió la vida esa noche del 26 de septiembre de 2014. No hay entrevistas ni testimonios de policías municipales, estatales, federales, ni con militares, ni con miembros del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), ni con los peritos forenses argentinos, nadie, nada, cero.

En entrevista, Jorge Fernández se atreve a mencionar que el gobierno mexicano ha sido “demasiado políticamente correcto”, y él se encarga de hacer exactamente lo contrario. El filme no presenta el más mínimo trato profesional, responsable y sensible sobre la terrible noche de Iguala. Afirmar que los 43 estudiantes desaparecidos fueron asesinados e incinerados por “Guerreros Unidos”, e inferir que varios de los normalistas formaban parte del grupo criminal “Los Rojos”, responde al acto de un canalla, dicho esto sin ser “políticamente correcto”.

Jorge Fernández Menéndez desacredita el trabajo realizado y que aún realiza el GIEI y la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Llama fascista e inquisidor a aquella persona que lo critica o exhibe sus miserias; siempre lo ha hecho, pero en esta ocasión cruzó incluso la línea de la indecencia. No tiene el más mínimo cuidado o respeto hacia cada madre, padre, hermano, hermana o estudiante de Ayotzinapa.

Es el típico periodista de algodón. No se enloda ni suda en un trabajo de campo. Es radical y fundamentalista en su postura. Lleva tantos años en su miseria periodística, que tampoco se da cuenta de que no se da cuenta.

En alguna entrevista al doctor Edgardo Buscaglia, hablábamos de la corrupción y el hedor que habita en ciertos sectores y actores políticos. Buscaglia mencionaba que ya ni ellos podían olerse, que en algunos casos todavía se podía salir de ahí, pero que se requería valor, y aguantar, porque tardaba un buen tiempo en quitarse ese olor. No sé por qué se me vino eso a la memoria.

Dos millones y medio de pesos, donados por “amigos,” es lo que dice el periodista que costó la realización del filme.

La Real Academia Española define así “Canalla”:

Del italiano “Canaglia”.

Gente baja y ruin. Persona despreciable y de malos procederes.

La película “La noche de Iguala”, es eso, el acto de un canalla.

Cero Decibeles - 14 de octubre 2015 - En el estudio: Expedición Humboldt
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Comentarios3
  • ana ma quiroz

    Bien dicho,bien, claro y fuerte.Se necesita mucha calma para decirle su merecido a ese miserable fernandez menendez,servidumbre de mafiosos. Serenidad para analizar y atacar nuestros problemas es muy necesaria,gracias.Gracias Ernesto por mantenerte asi.

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    19 octubre, 2015
  • Alicia Sosa

    No he visto el "documental" y ni ganas de verlo, pues no considero que deba ocuparme de él. Me basta con leer los análisis como el de Usted, para confirmar que no lo veré. ¿Hasta dónde ha llegado la mugre? lo estamos viendo, en todos los niveles de la sociedad, el trabajo que tenemos por delante es arduo pero no IMPOSIBLE, unidos, informados y educados serán nuestras mejores armas para lograrlo. Gracias por este espacio Sr. Ledesma.

    Responder
    21 octubre, 2015
  • Sandy Correa

    Gracias por su análisis, tengo fe en que con la unión de medios independientes fortalecerán nuestro país ante tanta mentira, corrupción e impunidad.

    Responder
    24 octubre, 2015

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