Túneles en la frontera de Estados Unidos

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

Washington – Nadie tiene la menor duda de que para construir un túnel como el que utilizó Joaquín El Chapo Guzmán Loera para escapar del penal de máxima seguridad del Altiplano, se requiere de complicidades, corrupción y varios millones de dólares. Las complicidades y la corrupción, en este caso, se encuentran en México y en el gobierno de Enrique Peña Nieto. ¿Y los millones de dólares? Le llegan al Cártel de Sinaloa desde Estados Unidos.

 

Está claro que el descaro del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de Monte Alejandro Rubido García, comisionado de Seguridad Nacional, de aferrarse al puesto pese a la fuga de El Chapo, son una bofetada a la ciudadanía mexicana y a la lógica de la rendición de cuentas y de responsabilidades. Pero lo más turbio de entre esta revolcada de complicidades es la ausencia de corresponsabilidad del gobierno de Estados Unidos. Sin los miles de millones de narcodólares que llegan del norte, Guzmán Loera no hubiese tenido los recursos ni el empoderamiento para reírse en la cara de Peña Nieto.

 

El Cártel de Sinaloa es un imperio multimillonario y peligrosamente muy bien artillado gracias a Estados Unidos. Como lo hizo para liberar al Chapo del penal del Altiplano, el Cártel de Sinaloa necesita de complicidades y corrupción para meter a México los miles de millones de dólares procedentes de Estados Unidos. Los poco más de 3 mil 200 kilómetros de la frontera sur estadunidense, dan la impresión de ser como un queso suizo gruyere, por los boquetes que ha hecho el Cártel de Sinaloa para pasar narcodólares.

 

Según los cálculos del propio gobierno de Estados Unidos, a México por su frontera sur ingresan diariamente, en promedio, más de 5 millones de dólares en efectivo procedentes de la venta de estupefacientes y exclusivamente para el Cártel de Sinaloa. Las ganancias de los otros cárteles se miden aparte y podrían ser otros cinco millones de dólares, por lo menos.

 

Anecdótico e irónico, pero los narcodólares no entran por túneles como el del Altiplano, la mayoría cruzan legalmente por los puentes migratorios que conectan a Estados Unidos con México y por los sistemas bancarios, a través de transferencias electrónicas interbancarias disfrazadas de remesas migratorias. Es un tipo de trafico de dólares con metodología hormiga. El Cártel de Sinaloa cuenta con un amplísimo ejército de complicidades en Estados Unidos para el trasiego de dólares.

 

El dinero llega a México en pequeñas cantidades, repartido entre la gente común y corriente que cruza diariamente la frontera a quienes paga pequeñas comisiones. Llega también escondido en cajuelas de automóviles o en los compartimentos especiales de camiones de carga que ingresan a México, gracias a la complicidad de la corrupción aduanal de los dos lados de la frontera.

 

Las transacciones electrónicas interbancarias que se hacen de Estados Unidos a México todos los días, son el principal torrente de dinero del Cártel de Sinaloa. Todo legal, por lo que es, casi casi, una misión imposible para el Departamento del Tesoro detectar cuántas de estas emisiones de dinero tienen como destinatario al Cártel de Sinaloa y no a los familiares de un migrante. De ahí que la frontera estadunidense dé la impresión de tener túneles hasta por debajo de sus puestos migratorios y aduanales que vigilan permanentemente a México y a los mexicanos.

 

“Con dinero baila el perro”, dice el viejo refrán. El Cártel de Sinaloa no sólo tiene dólares para hacer bailar a un can, sino que pone a zangolotearse a toda una jauría de guardianes que se supone se dedican a combatirlo.

 

A la irresponsabilidad e incapacidad del gobierno de Estados Unidos para combatir el trasiego de narcodólares que fluye de norte a sur, sus autoridades la justifican con el argumento de que es responsabilidad del gobierno de México vigilar lo que entra y sale por su frontera norte. Cierto, en teoría y en la práctica es una defensa irrefutable; no obstante, si pusieran un poco más de atención a las actividades ilegales que se llevan a cabo en la periferia de sus ciudades fronterizas, si revisaran y vigilaran las múltiples cuentas que abre una misma persona en varios bancos para hacer envíos de dinero de por lo menos cinco mil dólares por cada institución financiera y en menos de 24 horas, podrían contribuir un poco más a detener el empoderamiento del narcotráfico mexicano.

 

El gobierno de Barack Obama carece de autoridad moral para criticar al de México por la fuga de El Chapo. Al decir esto no estoy justificando al de Peña Nieto, el que, a ojo de buen cubero, está plagado de narco-corrupción. Considero que la pericia estadounidense para contener el flujo de los narcodólares es también una bofetada a la sociedad mexicana. Si tuvieron y tienen miles de millones de dólares para lanzar invasiones y financiar por años guerras ilegales en el Oriente Medio, que no tengan por lo menos un par de cientos más para tapar los túneles de su frontera sur, suena hasta ofensivo.

 

Algo tienen y deben hacer para contener la fuga de los narcodólares.

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