El momento Fidel

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Érika Paz

Asesora parlamentaria en temas de comunicación. Co-conductora del programa Jaque Al Rey

@paz_eri

El momento Fidel

 

La muerte de Fidel Castro levantó los más reaccionarios, compungidos y cínicos comentarios de los dos expresidentes panistas de nuestro país: Felipe Calderón y Vicente Fox, así como de la aspirante a la silla presidencial y también panista, Margarita Zavala.

Como si estos personajes desconocieran –junto con los mandatarios de las últimas décadas– que el crimen y la ruindad se instalaron en lo más profundo de sus gobiernos, hoy tienen el descaro de defender sus sexenios. Quién podría calificar como ejemplo democrático las políticas de Estado de esos expresidentes, quién podría calificar como ejemplo democrático sus “reformas” planificadas desde las “elites” y puestas en marcha mediante jugadas sorpresa en ese recinto llamado Congreso, al que han convertido en la parafernalia de la simulación.

Los gobiernos de estos señores no se distinguen mucho del que ahora encabeza Peña Nieto, quien sutilmente aniquila las libertades democráticas e impone, casi imperceptiblemente, una embestida militarista al puro estilo calderonista, no para frenar el clima de violencia que nos alcanza a todas y todos, sino para allanar el camino de la imposición, de las ejecuciones extrajudiciales, de los desplazamientos forzados, del encarcelamiento de líderes sociales, comunitarios o defensoras de derechos humanos; de las agresiones y asesinatos de periodistas y de jóvenes estudiantes.

Estos señores, como buena parte de los detractores y críticos de Fidel Castro en México, parecieran desconocer los logros de la revolución cubana conseguidos pese al bloqueo económico del gobierno de los Estados Unidos. Expresidentes aficionados a criticar la revolución cubana como si se tratara de un deporte nacional. Como bien escribió Eduardo Galeano: “(…) no dicen que a pesar de todos los pesares, a pesar de las agresiones de afuera y de las arbitrariedades de adentro, esta isla sufrida pero porfiadamente alegre ha generado la sociedad latinoamericana menos injusta”.

Y de injusticias y desigualdades sabemos mucho las y los mexicanos. Sobre todo las generaciones a quienes nos ha tocado vivir el desmantelamiento de los derechos sociales junto con la privatización de los servicios públicos, a quienes como resultado de los problemas sociales y económicos que se vienen fraguando desde hace 10 o 20 años, hemos visto cómo se agudiza el clima de violencia en México.

Año tras año vemos cómo a más jóvenes se les anula su derecho a la educación, vemos cómo el desempleo y la precarización laboral son una realidad cotidiana, nos damos cuenta cómo las pensiones no alcanzan y la niñez muere por hambre y/o sin atención médica.

En este contexto, para quienes hace 20, 30 o más años empezábamos a saber de injusticias e incertidumbres y adquirimos conciencia de esas realidades, el acercamiento con el Ché Guevara, con Fidel Castro y con la revolución cubana fue el asidero de un futuro cercano y posible.

Hoy, en el proceso de restauración del capitalismo que tanto anhela la disidencia cubana y aquellos que, olvidando el bloqueo genocida de los Estados Unidos, no paran de señalar que la crisis económica de la Isla encuentra su origen en el modelo socialista, en el monopolio del Estado en la producción de bienes y servicios, el reconocimiento de los logros de la revolución cubana es imprescindible.

Ahora que muchos dicen que el desvanecimiento de las riendas del Estado y la administración de la isla por capitales privados será la manera más eficiente para sanear la economía, y con ello Cuba “será más justa”, es indispensable conocer las razones que dieron origen a la revolución cubana y ver cómo en otras regiones del mundo el capitalismo revitalizado generó y genera invasiones, exterminios, genocidios y guerras.

Hoy que las ideologías de izquierda parecen haber llegado a su fecha de caducidad y algunos incluso señalan el fin de las utopías; hoy que más de uno se lanza contra Fidel y llama desde su esnobismo a dejar de creer en las victorias de antaño, es el momento de valorar los logros sociales de la revolución cubana, y contrastarlos con la situación que vivimos en un país donde la desnutrición infantil, el analfabetismo y la violencia siguen siendo nuestra cotidiana realidad.

Y es que tanto de los fracasos como de las victorias pasadas, nos queda mucho por aprender.

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