Veracruz: la reconstrucción (Margensur)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3 / Facebook: Compa Saldaña

Veracruz: la reconstrucción

La pesadilla está muy lejos de haber terminado. Javier Duarte pidió licencia al cargo, pero el alcance de su venalidad sigue intocado: sus garras aún atenazan la vida de los veracruzanos mediante sus sicarios políticos (con el gobernador interino Flavino Ríos a la cabeza), sus gacetilleros a sueldo, sus delincuentes uniformados (y no), sus rapaces “empresarios” fantasma (y otros de carne y hueso) y los pactos establecidos con la pandilla de rufianes del partido tricolor. Duarte podrá aparentar estar solo, pero no abandonado: la intrincada red de acuerdos con funcionarios de alto nivel, representantes populares, empresarios, “periodistas” y líderes de baja estofa es su mejor escudo, su seguro de vida. La licencia como gobernador fue negociada con el gobierno federal, a cambio vaya usted a saber de qué silencios, de qué cegueras, de cuáles componendas.

            Licencia negociada, sin duda, pero no voluntaria. Duarte fue obligado a dejar la gubernatura presionado desde varios flancos: el escándalo desatado por el cínico desvío de recursos públicos, el nulo crecimiento económico en el estado, el inmenso endeudamiento de las finanzas públicas, la rampante corrupción de su administración evidenciada entre otros por el reportaje de Animal Político, la violencia sin freno en la geografía de toda la entidad, las innumerables fosas clandestinas, los cientos de feminicidios, los miles de desaparecidos, la depredación de periodistas, los adeudos con maestros, jubilados, estudiantes, universitarios, etc. Hasta aquí no hay mucha diferencia con la gestión de Peña Nieto: números rojos por doquier, enriquecimiento ilegal, parálisis económica, crisis de derechos humanos. Los vasos comunicantes entre la administración de Peña y la de Duarte son tantos que configuran una suerte de juego de espejos, con la imagen del mexiquense amplificada por la magnitud del desfalco, el autoritarismo y la violencia, pero esencialmente igual a la del veracruzano. Ambos representan el viejo rostro del “nuevo PRI”.

            Dos factores han sido decisivos en la licencia solicitada por Duarte: las movilizaciones ciudadanas y el resultado de la elección del 5 de junio. Escatimar el fundamental papel de las movilizaciones de los pensionados y jubilados, los maestros, los universitarios de la UV, los petroleros, los colectivos de familiares de desaparecidos, entre otros, no solamente es un error de lectura política sobre las causas de la salida de Duarte, sino también es una perspectiva miope para la reconstrucción de Veracruz, porque este lastimado estado solamente podrá levantarse con la participación de la sociedad civil organizada. Concebir que la licencia de Duarte fue exclusivamente el resultado de pactos cupulares significa cerrar la puerta a la posibilidad de reconstruir a Veracruz desde la sociedad civil.

            La derrota electoral del PRI y sus partidos mascota por parte de la coalición Unidos para Rescatar a Veracruz, integrada por el PAN y el PRD, es el otro factor detrás de la salida de Duarte. Ni el gigantesco desvío de recursos, ni la escandalosa corrupción, menos la violencia incontrolada fueron suficientes para que Peña y/o su partido intervinieran para detener, o al menos para frenar, a Duarte y sus cómplices. Perder Veracruz, por la cauda de votos que representa en el escenario nacional, fue determinante para precipitar la caída del cordobés; esto es, Duarte no cayó por corrupto, asesino o ladrón, sino porque al PRI dejó de representarle un activo político y más bien se convirtió en un fardo difícil de cargar.

            Es innegable que la derrota del PRI en gran medida fue orquestada por Miguel Ángel Yunes Linares, el hoy gobernador electo. Político hábil, con estrechas relaciones en los altos niveles de la política nacional (amigo de Osorio Chong), conocedor de las cañerías del sistema (fue operador en esos ámbitos), Yunes Linares logró articular en torno a su candidatura una buena parte del malestar social en Veracruz a través de la alianza PAN-PRD (impensable hace algunos años, pero posible con la dirigencia de los Chuchos en el ex partido de izquierda). No obstante su victoria, es de hacer notar que Yunes Linares no tendrá un Congreso a modo toda vez que los diputados del PAN y el PRD no alcanzan a ser mayoría. La segunda fuerza política en Veracruz es Morena, partido con el que ineludiblemente Yunes y el PAN tendrán que negociar.

            La reconstrucción de Veracruz es una tarea muy compleja y que probablemente llevará muchos años. El tejido social está partido, la desconfianza campea, la economía está paralizada, las finanzas saqueadas, la deuda es inmensa. Lo más doloroso son las miles de familias que han perdido a un ser querido, ya por asesinato o, peor aun, por “desaparición”.

            La reconstrucción de Veracruz es una tarea que habremos de llevar a cabo los ciudadanos a través del despliegue de diversas iniciativas y acciones estratégicas, entre otras:

  1. En primer lugar, necesitamos construir las instancias de observación y auditoría ciudadanas en materia de seguridad. Encarcelar a Duarte ha sido bandera electoral de Yunes Linares, pero esta acción (en caso de concretarse) puede ser moneda de cambio para que el entramado institucional desde el que se organiza a la delincuencia quede intacto. No podemos permitirlo. No es suficiente con procesar a Duarte y a sus cómplices, especialmente a Arturo Bermúdez Zurita (ex Secretario de Seguridad Pública), es imprescindible que las estructuras que posibilitan operar a la delincuencia desde el gobierno sean eliminadas. En esta perspectiva, la próxima legislatura deberá destituir e iniciar el procesamiento del Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, no sólo por su probada incapacidad, sino también por la vacuidad de su desempeño.
  2. También es necesario dar puntual seguimiento al Congreso del Estado, aun más, debemos someterlo a tribunales ciudadanos en materia legislativa a efecto de vigilar estrechamente sus iniciativas de ley. Especial atención merecen las iniciativas en materia ambiental puesto que la codicia de las mineras y los inversionistas ha puesto a los ríos veracruzanos en la mira. Asimismo, debemos velar porque las leyes locales no contravengan los derechos humanos, promuevan la paz y garanticen el respeto de las garantías constitucionales.
  3. En el año 2017 se elegirán 212 alcaldes en todo el estado. Y el 2018 nuevo gobernador, a la par de la elección presidencial. Serán dos años de procesos electorales que no podemos, no debemos, dejar en manos exclusivamente de los partidos políticos. No necesariamente se trata de impulsar candidaturas ciudadanas (no se excluye) sino de vigilar los procesos de elección de los candidatos de los partidos: debemos impedir que delincuentes metidos en botargas de diputados lleguen al congreso.
  4. La reactivación de la economía también debe ser una tarea ciudadana. Es imprescindible que los empresarios no estén sometidos al “pago de piso”, las extorsiones o los secuestros. Necesitamos generar condiciones de confianza para las inversiones que desde la ciudadanía consideremos estratégicas. No se trata de crear fuentes de empleo como un simple indicador del crecimiento económico, también es importante el tipo de empleo generado. El eje que articule la reactivación de la economía debe ser la educación en todos sus niveles, pero específicamente la educación superior. En esta tesitura, la Universidad Veracruzana debe disponer del financiamiento adecuado a partir del 4 % del presupuesto del estado para detonar sus capacidades de investigación y de cambio social responsable dentro del sistema regional de innovación. La reactivación económica de Veracruz pasa por dinamizar el sistema regional de innovación, sobre todo en los municipios más pobres y marginados de la entidad.
  5. Necesitamos construir el andamiaje social e institucional para transitar de la violencia y el miedo hacia una cultura de paz, equidad y justicia. Estas instancias hoy no existen. La capacidad de resiliencia colectiva tiene que concretarse en acciones claras que deriven poco a poco en instituciones eficaces y éticas que promuevan y garanticen la re-construcción del lastimado tejido social. El arte en todas sus manifestaciones, el diálogo y la reapropiación ciudadana de la política son fundamentales en este proceso.

            El 10 de octubre algunos centenares de ciudadanos, activistas, académicos y familiares de desaparecidos, entre otros, nos dimos cita en la Plaza Regina Martínez de Xalapa (o Plaza Lerdo) para protestar por los asesinatos de Génesis Urrutia, Octavio García y Leobardo Arano. Allí, en medio de la lluvia y del dolor por los muertos y los desaparecidos creamos la Asamblea Génesis Veracruzano: primer momento en el largo camino para la reconstrucción de Veracruz.

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