Ecuador: Ganar y perder bajo la Constitución de Montecristi

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Federico Anaya Gallardo

 

  1. Hace 17 años. Rafael Correa Delgado ganó la elección presidencial ecuatoriana en segunda vuelta con la promesa de convocar a un nuevo constituyente –el tercero en tres décadas– pero sin una bancada propia en el Congreso Nacional. Estaba en vigor la Constitución de 1998 (de Riobamba) que establecía, en su Artículo 280, que la carta magna podía reformarse de dos modos: (a) mediante consulta popular ó (b) a través el Congreso Nacional, mediante una mayoría especial de dos tercios de la totalidad de legisladores y discutiendo la propuesta en dos años legislativos (Artículo 282).

 

La experiencia constitucional previa, llena de trifulcas entre el Congreso unicameral y la Presidencia, hizo que la Constitución de Riobamba incluyese normas para el caso de conflicto entre esos poderes. Por ejemplo, si la legislatura dejaba sin discutir ó sin aprobar una propuesta de reforma constitucional, el presidente podía activar la consulta popular.

 

Pero la trifulca de 2007 fue peor que lo previsto. Como te conté, lectora, de los 100 diputados electos junto con la Presidencia, el nuevo partido de Correa (Alianza-PAIS) no tenía ninguno. Los partidos de Derecha  reunían al menos 68 curules y los de Izquierda apenas podía reunir 30 votos. Partidos personalistas ó ligados a las élites políticas tradicionales como el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE, seis curules) ó el Partido Sociedad Patriótica (PSP, 24 curules) podían cambiar de lado en cualquier momento. La oposición de Derechas trató de ganar la carrera aprobando una reforma constitucional desde el propio congreso. Fallaron, pues su coalición parlamentaria era inestable. Ante esa incertidumbre, Correa convocó de inmediato a una consulta popular preguntando si debía convocarse a una asamblea constituyente.

 

La propuesta de Correa debía ser procesada por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) –el cual a su vez debía consultar al Congreso Nacional. En este, la mayoría de Derechas rechazó la consulta. Correa envió una segunda propuesta al TSE y este decidió aprobarla sin enviarla al Congreso. En respuesta, la mayoría de Derechas del Congreso destituyó al vocal presidente del TSE é inició juicio político contra los otros vocales que habían aprobado la consulta. La minoría parlamentaria apoyó la propuesta correísta y criticó al bloque conservador. En la calle, la mayor parte de la gente se estaba decantando por el presidente y exigía una nueva Constituyente.

 

La crisis se resolvió con una nueva decisión del TSE. Alegando que el Ecuador estaba en periodo electoral luego de la propuesta del presidente Correa, el máximo órgano electoral se proclamó máxima autoridad y ¡destituyó a los 57 diputados que se oponían a la consulta popular! La policía impidió el acceso al recinto legislativo de los diputados destituídos. Esto, en medio del aplauso popular. Los destituidos demandaron la nulidad de su destitución ante el Tribunal Constitucional –el cual dio la razón a los diputados… pero en por mientras, el proceso de consulta había iniciado. El sí a la constituyente recibió 81.72% de los sufragios. La ciudadanía eligió a una nueva Asamblea Constituyente la cual, una vez instalada, cesó a todos los integrantes del Congreso Nacional.

 

Así se realizó el milagro de que un presidente sin representación propia en el poder legislativo y que sólo contaba con una coalición de Izquierdas, lograse (1) realizar una consulta para llamar a una Asamblea Constituyente y (2) lograr una mayoría parlamentaria en la Constituyente (de los 130 constituyentes, Alianza-PAIS obtuvo 80 ó 61% de los votos). El mandato democrático era muy fuerte, aunque la participación electoral en la elección de los constituyentes fue menor que en la consulta previa (55%).

 

Cosa interesante, los partidos de la oposición de Derechas, pese a litigar hasta el final la consulta popular, participaron en la elección de la constituyente. Sin embargo, el electorado les cobró su terca oposición a la Constituyente. El Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN) del rico empresario Noboa (el padre del actual presidente ecuatoriano) pasó de 26 diputados en la elección de 2006 a sólo ocho en la elección de 2007. El Partido Social Cristiano (PSC) pasó de 13 a cinco diputados. Fue menor la derrota del Partido Sociedad Patriótica (PSP) del coronel Lucio Gutiérrez, pues sólo perdió cinco diputados –pasando de 24 a 19.

 

El correísmo logró aprobar la nueva Constitución y esta se sometió a referéndum en 2008. Con una participación de 76% del padrón, el SÍ obtuvo 64% de los sufragios, el NO 28% y hubo 8% de votos blancos y nulos.

 

Si bien es muy claro el mandato a favor de una tercera Carta Magna y, por lo mismo, para establecer un tercer régimen de la transición ecuatoriana a la Democracia, lectora, la historia concreta del proceso que llevó a la nueva constituyente de 2007 nos indica que la alta segmentación partidista y la propensión a conflictos constitucionales permanecían. Fragmentación y trifulcas eran endémicas antes y han seguido después, ya bajo la Constitución de Montecristi.

 

Con este comentario, me alejo del Ecuador. Las mexicanas y mexicanos nos interesamos en esta hermana república luego del Incidente de Quito del Viernes 5 de Abril de 2024; y porque necesitábamos entender por qué nuestro gobierno había concedido asilo político al ex-vicepresidente correísta Jorge Glas Espinel. El ejercicio que te he propuesto en esta y mis anteriores entregas, lectora, nos muestra que la realidad siempre es más compleja de lo que podríamos esperar. El Lawfare del que es víctima Glas Espinel y el correísmo hoy era parte de la cultura de las élites ecuatorianas mucho antes de que Rafael Correa apareciera en el horizonte público de aquél país. El litigio constitucional no ha sido un arma exclusiva de la Derecha. En 2007 el naciente correísmo lo usó para destituir a la mayoría de los diputados del Congreso Nacional.

 

Por ahora, me queda en el tintero un último punto. ¿De dónde viene la dominación del correísmo por una larga década y por qué cayó en 2017? Sólo esbozaré algunas ideas.

 

De entrada, Rafael Correa Delgado es el presidente ecuatoriano que más tiempo permaneció al frente del gobierno nacional: diez años. (Una eternidad si lo comparamos con sus antecesores y sucesores… aunque no hubo tranquilidad, recordemos el cuasi-golpe de Estado de 2010.)

 

Correa no sólo ganó elecciones presidenciales. Su formación política (Alianza-PAIS) dominó sin problema la Constituyente de 2007 (61% de los curules). En la primera Legislatura de la Constitución de Montecristi (2009-2013), Alianza-PAIS tuvo 59/124 curules (47%), mientras los grandes partidos de Derechas alcanzaban apenas 19/124 (el PSP gutierrista, 15%); 7/124 (el PRIAN de Noboa, 6%) y 11/124 (los social-cristianos, 9%). El resto de las curules (28) se repartieron entre ocho formaciones políticas.

 

En la segunda Legislatura (2013-2017), Alianza-PAIS tuvo 100/137 curules (73%), mientras los grandes partidos de Derechas perdieron aún más. El PSP gutierrista sólo alcanzó 5/137 (4%); el PRIAN de Noboa desapareció y los social-cristianos se quedaron con 8/137 (9%). El resto de las curules (24) se repartieron entre siete formaciones políticas.

 

En la tercera Legislatura (2017-2021), Alianza-PAIS se debilitó. Sólo alcanzó 74/137 curules (54%) pero aún dominaba la Asamblea Nacional. Las Derechas se reorganizaron y fortalecieron. Los social-cristianos casi duplicaron su bancada para llegar a 15/137 curules (11%) y una nueva formación conservadora, que unió a los movimientos “Creando Oportunidades” (CREO) y “Sociedad Unida Más Acción” (SUMA), llegó a 34/137 curules (29%).

 

Recordemos que Alianza-PAIS no sólo ganó 54% de la Asamblea Nacional en 2017, sino la Presidencia de la República, con Lenín Moreno Garcés –quien había sido vice-presidente de Correa. Aunque la declinación parlamentaria de Alianza-PAIS (de 73% a 54% de las curules) fue fuerte, no justificaba que su Presidente basculase hacia Derechas y se entregase a un proyecto neoliberal. Por eso es que el correísmo habla de traición. Por eso es que nosotros debemos preguntarnos acerca de la debilidad social de la élite política frente a las élites económicas en el Ecuador.

 

Y, pese a la traición de Moreno (que implicó la pérdida del tícket electoral de Alianza-PAIS, por cierto), el correísmo ó Revolución Ciudadana, ha seguido siendo la formación política más grande de el Ecuador: 32% de la votación en 2021, antes del balotaje ó segunda vuelta; 33% en 2023. Y esto, pese a la persecución política y Lawfare que han sufrido sus más conspicuos dirigentes.

 

Es evidente que la Revolución Ciudadana de Rafael Correa Delgado convenció a un buen tercio de las y los ecuatorianos. También es obvio que en cualquier momento ese tercio podría ganar una mayoría en segunda vuelta (la siguiente elección presidencial es en 2025, ya pronto). ¿De dónde le viene esa legitimidad? Si creemos a la narrativa “anti-corrupción” que justifica el Lawfare, la ciudadanía ecuatoriana está desquiciada. Como es evidente que las y los ciudadanos democráticos no están locos, es obvio que hay algo más y deberíamos investigarlo, querida lectora.

 

En la acera de enfrente, la Derecha ecuatoriana sigue fragmentada. La última noticia es que el presidente Daniel Noboa Azín ha decidido acusar a su vice-presidenta Verónica Abad Rojas. La acusación de corrupción en contra del hijo de esta última se ha escalado para implicarla a ella. Es probable que la Fiscala General Diana Salazar Méndez la acuse y que la Asamblea Nacional la destituya… salvo que nadie tiene mayoría segura allí. Fragmentación y trifulcas.

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