Elecciones de corrupción e impunidad

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

Elecciones de corrupción e impunidad

 

Washington – La rendición de cuentas por parte de los funcionarios públicos es un elemento fundamental para garantizar los preceptos de la democracia. En México esto es tabú, el precepto no existe y seguimos auspiciando el conformismo electoral que quedará demostrado este domingo 5 de junio.

Tal vez sean las decenas de miles de muertos de los últimos 9 años, los constantes escándalos de corrupción en Los Pinos y en las gubernaturas de casi todos los estados del país, en unas más que otras, y la inmensa impunidad que los enmarca lo que ya nos hizo inmunes a la sorpresa, a la injusticia y al descaro de los políticos.

El 5 de junio habrá elección para gobernador en una docena de estados. En todos, sin excepción, el preámbulo electoral es uno solo: las acusaciones de corrupción entre los partidos políticos y sus candidatos.

Para cualquier observador extranjero que se haya enterado de lo ocurrido en México en los últimos, digamos, cinco años, el vaticinio de que la mayoría de las contiendas electorales las puede ganar el PRI, le parecería una ridiculez o una burla.

En la lógica de cualquier democracia acostumbrada a la rendición de cuentas de sus funcionarios públicos y políticos, sería imposible siquiera imaginar que un partido político como el PRI, acusado en todos los ámbitos gubernamentales de contar con elementos corruptos, tuviera posibilidades de volver a participar en una elección a cualquier nivel.

Esta demás en el contexto de las elecciones del próximo domingo y de los resultados que se esperan mencionar casos como Veracruz y Tamaulipas, donde sus actuales gobernadores priistas son los mayores ejemplos de corrupción e ineficiencia.

La punta del iceberg en la corrupción priista se concentra en Los Pinos. Nadie olvida el escándalo de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera, o la casa de Malinalco del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Son los ejemplos más notables de los últimos años de la ausencia de rendición de cuentas de los funcionarios públicos y la impunidad que priva en nuestro México.

Hablo del PRI como ejemplo de corrupción porque después de más de siete décadas de mantener la hegemonía desde la presidencia gracias a elecciones fraudulentas, con Peña Nieto se suponía que regresó para renovarse y modernizarse. Lo único que se renovó y se modernizó en el PRI fueron sus prácticas de corrupción y de impunidad con tanto descaro que hasta se ufana de ello, y si no que le preguntan a Virgilio Andrade.

A la víspera de los comicios de este 5 de junio, ningún partido político se salva; ni los independientes, que de independientes no tienen nada, y para corroborarlo solo revisemos lo que no ha hecho y que prometió hacer en Nuevo León el gobernador Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”.

Somos una democracia de pena ajena. Ni el PAN, ni el PRD, ni Morena ni cualquier otro partido político está libre de culpa.

Elementos de todos estos partidos de alguna forma u otra han sido escarnio público por casos de corrupción, impunidad, abuso de autoridad y enriquecimiento ilícito. Aun así, no hay rendición de cuentas de casi nadie.

Con todo lo que sabemos que han hecho reciente e históricamente los gobiernos federales y estatales en manos de priistas, ¿cómo puede ser posible que se diga que este domingo el PRI puede ganar las elecciones en Chihuahua, Durango, Hidalgo, Sinaloa, Quintana Roo y Zacatecas?

Cierto, los electores mexicanos somos apáticos y no participamos en los comicios. Los pocos que no lo son pareciera que son ciegos o sordos. De no ser este el caso, cómo entender que ex priistas ataviados con togas de otro partido pueden ganar en Veracruz o Oaxaca. En Aguas Calientes, Tlaxcala y Tamaulipas no hay nada escrito, aunque parece una contienda por elegir al menos corrupto, pero al fin corrupto. Y de la Asamblea Constituyente para la Ciudad de México que se elegirá este domingo, mejor ni hablo. Por igual de las elecciones municipales en Baja California. Más de lo mismo, que es igual a corrupción e impunidad rampante por todos lados.

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