En defensa de la universidad pública. En defensa de la UV

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3 / Facebook: Compa Saldaña

En defensa de la universidad pública

En defensa de la UV

 

El miércoles 18 de mayo en el auditorio Alfonso Caso de la UNAM nos dimos cita decenas de universitarios para pensar en colectivo sobre la universidad que queremos. A convocatoria del grupo #democraciaunam acudimos para construir los andamiajes de una organización ya enunciada: la red de colectivos en defensa de la universidad pública y gratuita.

            Red que desde ya tiene nodos sólidos en Canadá y los Estados Unidos y que en México estamos construyendo desde la UNAM, el IPN, la UACM, el IPN, la UV y otras instituciones.

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          La defensa de la universidad pública gratuita es una acción de primera importancia para la democracia en nuestro país. Para decirlo en pocas palabras: en este México herido a muerte, vulnerado en la impartición de justica, adormecido en la participación ciudadana, desequilibrado en la equidad de género, agobiado de trabajo precario y corrupción cabalgante, la universidad pública es una reserva de solidaridad y construcción de lazo social basada en el prestigio ético, en la responsabilidad docente sin ambigüedades, en la pertinencia científica sin cortapisa, en la creación artística para todos. Sin que el prestigio, la responsabilidad o la pertinencia que caracterizan a la universidad sean absolutos ni carentes de problemas muy severos.

            La universidad pública es un pequeño alero para cobijarnos de los vientos violentos del neoliberalismo globalizado. Por eso, la defensa de la universidad pública es irrenunciable. En este país de dolor y susurros, de voces huecas en campañas electorales de estercolera estirpe, de agobio y rabia, de hombros levantados ante la impunidad rampante, la universidad es luciérnaga en la noche. Nuestra luz es breve pero iluminamos mucho, si encendemos todos.

            En esta tesitura, la Universidad Veracruzana para los veracruzanos quizás sea la única opción de esperanza de que en un futuro volvamos a vivir las calles sin miedo, a bailar las plazas con la alegría que nos signa, a reír sin esconder el gesto por el policía al lado, de aspirar a que nuestros hijos sean mejores que nosotros por el simple hecho de que fueron a la universidad. La UV es la esperanza de que en las calles de Veracruz transite lo posible, no lo irremediable.

            Por eso lastima mucho que la UV esté tan golpeada, tan vulnerada, tan acotada. La asfixia financiera por parte del gobierno de Javier Duarte es una parte sustancial del agobio, pero no lo es todo: la otra parte es interna. La otra cara tiene que ver con la gobernabilidad, con las bases mismas en las que se construye la institución, con la trasparencia en la toma de decisiones, con la democracia al fin.

            Al respecto, las dudas son muchas:

  • ¿Por qué permitimos la erosión de esta importante institución?
  • ¿Por qué la deuda creció tanto sin que hubiese respuesta alguna por parte de la administración ni de la comunidad universitaria? Algunas académicas (fueron mujeres, básicamente) advirtieron que la crisis financiera era gigantesca, sin que sus voces tuvieran eco en la comunidad UV.
  • ¿Por qué las autoridades universitarias tardaron tanto tiempo en dar respuesta a las inquietudes y exigencias de la comunidad universitaria?
  • ¿Por qué la respuesta de las autoridades y la comunidad ha sido hasta el momento ineficaz? Hasta el momento, creo que no hay nadie que no esté de acuerdo en que la lucha de la UV es justa y legítima; sin embargo, lo único cierto es que el adeudo crece día con día. Las medidas emprendidas (jurídicas, políticas) han sido altamente relevantes en los medios y las redes, pero la UV sigue sin recibir el financiamiento que por derecho le corresponde y del que depende el cumplimiento de sus metas.

            En esta mirada en retrospectiva es inevitable constatar que las autoridades universitarias, encabezadas por la Rectora Sara Ladrón de Guevara, han tenido enorme responsabilidad en la crisis financiera que aqueja a la UV. Si bien el adeudo del gobierno de Javier Duarte inició desde el rectorado de Raúl Arias (exrector ahora incorporado a la campaña electoral del priista Héctor Yunes Landa), la actual administración universitaria dejó que creciera hasta límites que ponen en riesgo la vida misma de la UV. La Rectora y su equipo de trabajo permitió la ruina de la UV, por omisa, por tibia en su reacción, por actuar a destiempo. De cualquier forma, Sara Ladrón de Guevara es partícipe de la ruina financiera que aqueja a la UV.

            En el foro de la UNAM, convocado entre otros por John Ackerman, varios colegas me hicieron la misma pregunta: ¿por qué los académicos permitimos la debacle financiera de la universidad? La respuesta no tiene vuelta de hoja: porque la información no fluyó hacia la comunidad universitaria, sino hasta que era un hecho el colapso financiero de la institución. Salvo los funcionarios de primer nivel y algunos consejeros universitarios, la mayoría de los profesores, investigadores, estudiantes e inclusive cierto rango de autoridades, desconocíamos la magnitud del problema financiero de la institución.

            Ocupados en cumplir con las mil y una exigencias burocráticas para demostrar que sí trabajamos, los académicos no supimos que la deuda con la UV había crecido hasta límites insospechados: más de 2 mil millones de pesos. Y nuestra reacción no sólo fue tardía, sino también muy tibia. La evidencia es contumaz: las denuncias judiciales, el cabildeo político, el apoyo sin cortapisa de cientos de instituciones universitarias, las marchas, los plantones, las ruedas de prensa, las expresiones de solidaridad en medios y redes, han sido insuficientes para revertir el daño: Duarte sigue sin pagar el enorme adeudo. Duarte sigue sin entregar los recursos financieros ya presupuestados e inclusive ya entregados por parte del gobierno federal. El cinismo del aún gobernador veracruzano es tan grande como la deuda contraída por su administración.

            Solamente fue hasta que hubo amenaza de irnos a un paro indefinido, cuando al parecer una parte del adeudo ha sido cubierto: el correspondiente a los impuestos descontados a los universitarios y no declarados por el gobierno de Veracruz al SAT. Al menos a nivel declarativo, la amenaza de paro universitario significó que de un plumazo el gobierno de Duarte debiera menos dinero: 1,154 millones de pesos que el SAT admite que es responsabilidad del gobierno veracruzano y no de la UV entregar al gobierno federal (http://www.uv.mx/prensa/general/sat-reconocio-que-la-uv-no-es-responsable-de-pendientes-del-isr/).

            No es un logro del Consejo Universitario General (CUG), mucho menos de la administración universitaria, que la ley se cumpla. No podemos elogiar que la ley se ejerza, menos aún cuando han sido muchas las declaraciones ante medios pero ninguna evidencia de que ese dinero efectivamente se haya entregado al SAT. Tampoco podemos celebrar que la deuda sea menos grande. Es tiempo de mirar hacia dentro de la UV y reconocer que la crisis institucional obedece también a un problema de democracia interna.

            Uno de los ejes de la discusión en el I Foro Deliberativo de la UNAM fue precisamente la gobernabilidad de las universidades públicas. La UV, como prácticamente todas las instituciones de educación superior públicas en el país, acusa un severo problema de democracia interna puesto que la participación de la comunidad universitaria en la toma de decisiones es muy acotada, si bien formalmente los órganos de gobierno (especialmente el CUG) posibilitan y promueven que estudiantes, profesores, investigadores y personal administrativo participen en la gestión de la institución. Sin embargo, como lo expresaron varios ponentes en el Foro de la UNAM, nuestras universidades se gobiernan con estructuras feudales que posibilitan la devastación institucional. La UV es expresión nítida de esta tendencia.

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