Toluca, la capital del secuestro

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

 

 

 

Toluca, la capital del secuestro

 

Washington – Como ocurría hace unos 8 años en el estado de Sinaloa o en la siempre abatida Ciudad Juárez, Chihuahua, ahora en Toluca las bandas de secuestradores asociadas con los policías municipales entran directamente a las casas a raptar a las personas. Este modus operandi de delincuentes desalmados está de moda en Toluca, la capital del Estado de México, tierra de Enrique Peña Nieto, gobernada por el priista Eruviel Ávila Villegas.

La situación y recurrencia es tan grave en el Estado de México, pero particularmente en la ciudad de Toluca, que el pasado 21 de marzo el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) dio a conocer que el estado natal de Peña Nieto encabeza la lista de las entidades federativas con más secuestros.

Entre febrero y marzo de 2016, y conforme a las estadísticas que develó el Secretariado Ejecutivo del SNSP, en el Estado de México se reportaron 35 casos de secuestro. Claro está, sin tomar en cuenta los secuestros que no se reportan a las autoridades por temor a las represalias de los secuestradores, que por estar coludidos con los policías municipales se enteran inmediatamente cuando se levanta un acta judicial por rapto.

Bautizada como “Toluca la Bella”, ahora esta ciudad sede de los poderes estatales es una pequeña urbe aterrorizada por los criminales. Hasta hace unos tres o cuatro años, Toluca, que para los pobladores de la Ciudad de México no es más que la provincia más cercana a la capital del país, era totalmente tranquila y segura. Se podía caminar por sus calles y sus famosos portales hasta altas horas de la noche sin el menor temor a ser secuestrado o a ser víctima de un crimen violento.

El deterioro de la seguridad y control de los criminales que tienen en sus garras a Toluca y a todo el Estado de México es tan grande, que ya ni en sus casas los mexiquenses están seguros.

Cuando el Sexenio de la Muerte de Felipe Calderón estaba en su apogeo, a consecuencia de su guerra militarizada contra el narcotráfico, en Culiacán y Ciudad Juárez, por dar un ejemplo, la corrupta policía municipal se encargaba de señalarle a los grupos de secuestradores, las casas de familias vulnerables a un rapto.

Estos casos muy pocas veces se dieron en el seno de familias ricas, los blancos más recurrentes de este crimen eran familias de clase media y clase media baja, a quienes sacaron cantidades importantes de dinero a cambio de la libertad de las víctimas del rapto. Muchas de las víctimas fueron asesinadas, pese a que se dio el dinero por su libertad. La ejecución era más común en los casos donde la familia no pudo juntar el dinero que le pedían los criminales en el plazo establecido.

Esto mismo es lo que actualmente pasa en Toluca. Los policías municipales recorren las calles de las colonias Américas, Altamirano, Bosques de Colón, Bosques de la Mora, Centro, Colón, El Seminario, Francisco Murguía, Cinco de Mayo, Isidro Fabela, Izcalli, La Alameda, La Retama, Nueva Oxtotitlan, Paseo Tollocan (Infonavit), Rancho La Mora, o Universidad, por mencionar algunas, y se encargan de ubicar las casas de las familias que serán víctimas del secuestro.

Por días, incluso semanas, los policías municipales vigilan las casas y toman nota de a que hora entran y salen los que integran a la familia que será víctima del crimen. En especial, los policías ubican para los criminales a los adolescentes o jóvenes adultos que estudian en escuelas secundarias, preparatorias o universidades. A los secuestradores los policías les entregan una bitácora con la hora de salida y regreso a sus casas de las víctimas potenciales. Decenas de víctimas del secuestro han sido raptadas a la hora de regresar del colegio y abrir las puertas de sus casas.

Las denuncias a las autoridades son como un grito a los oídos de un sordo.

Las familias terminan pagando los rescates que les piden los criminales, venden sus autos, casas, terrenos, joyas y hasta animales para cubrir una cuota negociada. Peor aún, el pago del rescate no garantiza la integridad física de las víctimas. Los familiares que tuvieron la fortuna de salvar vida, regresan muy golpeados, y en algunos casos mutilados en sus cuerpos. En Toluca, el peor de los casos es la constante, la víctima no es entregada con vida a sus familiares, en la mayoría de los casos el cuerpo es encontrado en terrenos baldíos o zonas agrestes en bolsas de plástico.

El mismo día que la SNSP señaló al Estado de México como la entidad con más secuestros en todo el país, Ávila Villegas ante la ola de violencia que azota a su estado y la incapacidad de su gobierno para contenerla, anunció el desplazamiento del Ejército en tareas de seguridad en el Valle de Toluca.

La gravedad de lo que ocurre en la tierra de Peña Nieto no se puede ocultar debajo de la alfombra, sin embargo, por intereses políticos de Los Pinos, Eruviel Ávila controla la totalidad de los medios locales, quienes reportan muy poco de lo que en realidad ocurre en el Estado de México y en especial en Toluca.

El secuestro es como una epidemia.

¡Cuidado, Ciudad de México!

El riesgo de contagio por secuestros, como sucede en Toluca, se encuentra a solo 60 kilómetros de distancia.

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