Javier Duarte y Antorcha Campesina: los abusos de un abusador

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Rosío Córdova Plaza

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 3

Investigadora del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana

Facebook: Rosío Córdova Plaza

Javier Duarte y Antorcha Campesina: los abusos de un abusador

 

Una vez más Javier Duarte hace de las suyas. A escasos meses de terminar su infausto paso por la gubernatura de Veracruz, deja a la ciudadanía de este pobre estado con una interminable cadena de agravios, los cuales incluyen corrupción, feminicidios, desvío de recursos, delitos electorales, desapariciones forzadas, levantones, secuestros, fosas clandestinas y una deuda inmensa que reduce a la entidad a su práctica indefensión, con el futuro empeñado por varias generaciones y a merced del crimen organizado. Más lo que se acumule esta semana.

 

Una vez más Duarte saca su vocación autoritaria y represora de la que había dado muestra desde agosto de 2011, cuando encarceló a dos tuiteros/as acusados de terrorismo y condenados a 30 años de prisión por difundir un mensaje acerca de que algunas escuelas habían suspendido clases porque habían recibido amenazas. Pero esta vocación la ha refrendado incontables veces: contra periodistas, contra miembros del magisterio, contra jubilados y pensionados, contra jóvenes estudiantes. Su desdén por los derechos humanos de las y los veracruzanos es palmario. Y, entre ellos, el derecho a la libertad de expresión es un detalle superfluo que seguramente aprendió de Francisco Franco, personaje al que admira, como bien señaló en una inolvidable entrevista (https://www.youtube.com/watch?v=ZNoTp7v0tic).

 

Una vez más, Javier Duarte no podría dejar pasar la oportunidad de sacar el garrote y dirigirlo hacia quienes lo cuestionan, hacia quienes exigen, hacia quienes manifiestan su repudio, y en esta ocasión le ha parecido adecuado dirigir sus baterías contra la comunidad universitaria. Desde el 2008, durante el sexenio de Fidel Herrera, la deuda que el gobierno del estado tiene con la Universidad Veracruzana ha ido acumulándose, pero ahora ha adquirido montos exponenciales, que hasta enero de 2016 alcanzaban los 2,188 millones de pesos, al grado que la institución operó durante el año pasado con el 50 por ciento de su presupuesto. A este quebranto hay que sumar los casi 250 millones que el actual gobernador ha recortado para el ejercicio 2016 en contubernio con los expertos levantadedos del congreso local.

 

Ante este plan de exterminio, que ha sido analizado por el Dr. Hilario Barcelata, docente de la Facultad de Economía-UV, diversas acciones se han tomado. Se ha conformado un grupo amplio en defensa de nuestra Casa de Estudios; se ha difundido información valiosa respecto a la situación financiera; nuestra rectora Dra. Sara Ladrón de Guevara ha interpuesto dos demandas contra el gobierno del estado y contra “quienes resulten responsables” de tamaña violación. Además, los universitarios nos hemos volcado a las calles en diversas marchas que han sido ejemplo de civilidad, alegría y compromiso, la mayor de las cuales tuvo lugar el 26 de febrero pasado, con un número aproximado de entre 6 y 10 mil participantes en las diversas ciudades donde fue realizada.

 

Ante la convocatoria a una manifestación pública aún más nutrida –como resultado de la falta de respeto a la institución educativa más importante del sureste del país- que tendrá lugar el próximo jueves 10 de marzo en los cinco campus y las cuatro sedes de la Universidad Veracruzana Intercultural, a Duarte le ha parecido una jugada de alta política maniobrar para que más de mil integrantes de Antorcha Campesina se posicionen del corazón de la ciudad de Xalapa, capital del estado. La Plaza Regina Martínez (antes Lerdo) será ocupada en plantón permanente por esta agrupación de manera que se impida la libre expresión del repudio que nos merece este personaje a la comunidad universitaria y, por extensión, a toda la sociedad veracruzana, de cara al intento de estrangulamiento de la educación superior gratuita y de calidad en el estado.

 

Es de todas y todos sabido el papel que ha desempeñado Antorcha Campesina como brazo golpeador del PRI, partido al que se afilió formalmente durante el sexenio de Carlos Salinas, y a cuyo hermano Raúl se le vinculó desde principios de los años de 1980. Sus métodos violentos se han enfilado hacia organizaciones campesinas, pero también hacia el movimiento urbano popular mediante la estrategia de simular choques entre grupos de demandantes. La total impunidad con la que ha operado se reviste con una ideología de izquierda, pero constituye fundamentalmente un grupo mercenario que saca raja de cualquier conflicto.

 

La estratagema de Javier Duarte es clara. Su pretensión de desmovilizar a la comunidad universitaria y a la sociedad que la apoya mediante el fantasma de las manifestaciones violentas ya ha tenido éxito en anteriores momentos en que la ciudadanía ha tomado las calles, al generar un descenso en el número de los participantes. En estos momentos la comunidad se pronuncia por no amedrentarse, por mostrar unidad y desarticular estos torvos manejos, por no sorprenderse ante los abusos de un abusador. Las redes sociales hierven con expresiones de aliento de estudiantes, personal académico y administrativo, así como de apoyo de otras instituciones del país. En la UV velamos nuestras armas.

 

Un vez más los universitarios saldremos a las calles.

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