El panóptico priista

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Ricardo González Bernal

Coordinador del Programa Global de Protección de Article 19

@R1card0G0nzalez

 

 

 

 

El panóptico priista

 

 

“No he podido evitar oírlo todo.

Tenía la oreja pegada a la puerta.”

The Bachelor and the Bobby-Soxer (1947)

 

 

Días después de que el entonces candidato presidencial priista, Enrique Peña Nieto, fuera increpado y literalmente correteado por estudiantes de la Universidad Iberoamericana, las cámaras de Punto de Partida lo captaron leyendo una ficha sobre el perfil ideológico de una estudiante que supuestamente participó. El video que todavía puede ser visto en Youtube no sólo quedó como testimonio del amargo sabor de boca que le dejó, sino también de esa tentación del hoy presidente de espiar (o por lo menos monitorear) a opositores o personas que le son incómodas.

 

Ciertamente, Peña Nieto no es el único presidente que ha caído en la tentación inédita que ofrecen la intercepción de comunicaciones y el monitoreo de la actividad de personas en el ciberespacio. La vigilancia masiva es una práctica común en casi todos los países, esto a pesar del rechazo y condena de los diferentes mecanismos regionales e internacionales de derechos humanos. Países como Pakistán, Egipto, Rusia, Canadá y Bahrain han aprobado leyes que de manera directa o indirecta promueven la censura o criminalizan el ejercicio de derechos y libertades en entornos digitales.

 

Aunque los procesos políticos y deliberativos varían de país en país, muchas de estas leyes restrictivas de internet y la privacidad han ido avanzando al imponer una falsa dicotomía entre seguridad y privacidad. Suelen por ejemplo evocar una lucha de proporciones épicas de los Estados en contra de cuatro hombres de paja: el terrorismo, la pornografía infantil, el crimen organizado y los derechos de autoría.

 

También, a menudo, las discusiones se enmarcan en una especie de novedad imprevista, una amenaza propia de los nuevos tiempos, de ahí la necedad de utilizar el prefijo “ciber”, como si las prácticas ilegales que pretenden combatir sean nuevas o exclusivas de internet.

 

Volvamos ahora al caso México. Sabemos que nuestro país es el principal comprador de equipo de espionaje masivo gracias a las filtraciones sobre las operaciones de la empresa italiana Hacking Team. También sabemos que a la par de que el gobierno mexicano se presenta como un gobierno abierto, también promociona y auspicia la adquisición de más y mejores herramientas para el espionaje. Ayer nos enteramos, gracias a Raymundo Rivapalacio, del grado de avance y alcance de la infraestructura de espionaje en el país, que espía a servidores públicos, periodistas y opositores por igual en absoluta impunidad.

 

Por si fuera poco, el pasado jueves el senador priista Omar Fayad presentó la “Iniciativa con Proyecto de Decreto por el que se Expide la Ley Federal para Prevenir y Sancionar los Delitos Informáticos”. Este bodrio legislativo bien podría servir como un prontuario de cómo no se deben abordar los temas relacionados con internet. Mediante el uso de un lenguaje laxo y ambiguo, criminaliza la filtración y difusión de información de interés público; niega la posibilidad de protestas en el ciberespacio al considerarlas actos terroristas; reitera la responsabilidad de intermediarios sobre el contenido publicado en sus respectivas plataformas… y un largo etcétera.

 

Pareciera que el senador Fayad redactó esta iniciativa en el vacío, sin tomar en cuenta lo que los mecanismos internacionales de protección a los derechos humanos han expresado respecto a la protección de la privacidad, el derecho a la libertad de expresión y los estándares mínimos de protección de empresas intermediarias. Una iniciativa que muestra otra vez la peligrosa tendencia priista al aislamiento cuando se trata de aplicar estándares internacionales para la protección de derechos humanos.

 

Pero la realidad es que soldados de partido como el senador Fayad, que han hecho carrera y fortuna alineándose con el PRI, no se mandan solos. No mueven un dedo si alguien desde la catacumbas del poder no se los instruye. Esta iniciativa no es una ocurrencia de Fayad, sino, más bien, una muestra más del proyecto represivo en curso de la élite que gobierna México.

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