Noticias desde Banjúl

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Ricardo González Bernal

Coordinador del Programa Global de Protección de Article 19

@R1card0G0nzalez

Noticias desde Banjúl

 

 

“Poco a poco, es como un pájaro construye su nido".

Proverbio Mandinka

 

Aunque parecen lejanas las elecciones presidenciales programadas para diciembre en Gambia, la realidad es que en las calles de su capital, Banjul, existe un inusitado interés por concretar un sistema genuinamente democrático que a la vez se mezcla con la tensión e incertidumbre sobre la siguiente embestida de represión. El cambio para la gran mayoría tiene como condición necesaria la salida del dictador Yahya Jammeh, ya sea a través de las urnas o mediante la presión ejercida desde las calles. Veintidós años de abusos sistemáticos y generalizados de derechos humanos lo justifican.

 

Después de la ola de protestas en abril y la detención de personajes clave de la oposición y de más de 50 personas que participaron en las protestas, muchas de ellas en prisión sin cargos o acusaciones concretas, se ha impuesto una tensa calma ante la celebración del Ramadán. Algunos grupos de la oposición tiene la esperanza de que la presión internacional tanto de la región africana como europea, ayudaría a disuadir al presidente Jammeh para actuar con mayor civilidad y moderación. Sin embargo, la actitud del dictador es cada vez más desafiante en sus declaraciones a los medios de comunicación y durante actos políticos de apoyo organizados con los pocos sectores que aún le apoyan.

 

Un informe recientemente publicado de manera conjunta entre Amnistía Internacional y ARTICLE 19 da cuenta del nivel de vulnerabilidad, incertidumbre y miedo en el que activistas, prensa y miembros de la oposición -que no han sido detenidos aún-, se encuentran desde las protestas en abril pasado. A través de internet se han difundido videos de los abusos a los han sido sometidos quienes se atrevieron a tomar las calles. Videos que presentan evidencia de golpizas brutales a niños y ancianos, mujeres desnudas y golpeadas en público a manera de escarmiento público, y los disparates de los jueces que llevan a cabo procesos judiciales sin acusaciones concretas.

 

A las voces disidentes en contra de Jammeh, dentro y fuera del país, se han unido ahora cantantes de rap, artistas plásticos, escritores y poetas, y así, poco a poco, alcanzando y uniendo a más gambianos y gambianas con un mensaje de esperanza y cambio. Las redes sociales, plataformas que hasta entonces eran poco utilizadas en Gambia, se han convertido en el lugar idóneo para protestar y evitar la brutal represión de la policía y el ejército. A través de hashtags como #GambiaRaising y, ahora, #JammehFact han convertido internet en un espacio de disputa y significación política. Particularmente #JammehFact está siendo utilizado para que víctimas, sobrevivientes y sus familiares le cuenten al mundo entero las atrocidades de más de dos décadas de control despótico del régimen de Yahya Jammeh. La esperanza de un cambio en Gambia parece ir aglutinando a más personas a lo largo de territorio, el espectro político y los distintos grupos étnicos.

 

Como es lógico, esto ha desatado la furia del presidente Jammeh, quien el pasado 3 de junio lanzó un discurso incendiario verdaderamente aterrador, el cual incluso ha llamado la atención de Adama Dieng, asesor especial de la Secretaría General de Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio. Jammeh aseguró que detrás de la creciente oposición a su gobierno se encuentra el grupo étnico Mandinka, grupo mayoritario en el país. Se refirió a esta etnia como “enemigos extranjeros” a los que “mataría uno por uno” hasta dejarlos en un lugar “en donde ni las moscas los reconocerían”.

 

En un comunicado recientemente publicado por la Oficina del Secretario General de Naciones Unidas, Dieng declaró estar profundamente alarmado por “la estigmatización, deshumanización y amenazas en contra del pueblo Mandinka”. El asesor especial para la prevención del genocidio aseguró: “Las declaraciones públicas de esta naturaleza por parte de un líder nacional son irresponsables y extremadamente peligrosas, [ya que] pueden contribuir a la división de las poblaciones, alimentar la sospecha y servir para incitar a la violencia contra las comunidades, basándose únicamente en su identidad".

 

La diferenciación tribal o étnica en términos políticos en África debe ser una causa de alarma para la humanidad entera, ya que la historia demuestra, como en el caso de Ruanda, Burundi o Sudán, que este tipo de discursos desde posiciones de poder pueden desembocar en políticas y estrategias de exterminio. También, al revisar la historia reciente, no sólo africana sino también de otros episodios de genocidio como el judío y el armenio, se puede constatar cómo es que la censura y la desinformación suelen ser el preámbulo de prácticas de exterminio. En Gambia, hace mucho tiempo que no existe una prensa libre y la maquinaria propagandística de Jammeh es avasalladora.

 

Las noticias desde Banjul son un claroscuro alarmante. Mientras el pueblo gambiano busca liberarse, un dictador busca aferrarse al poder a toda costa. Vale la pena preguntarse, ¿en qué lado de la historia estará en esta ocasión la comunidad internacional?

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