Satisface más arresto de Moreira, que recaptura de "El Chapo"

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 J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

Satisface más arresto de Moreira, que recaptura de "El Chapo"

Washington – El arresto del expresidente del PRI y exgobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés, en España, es una excelente noticia para nosotros los mexicanos y mucho más celebrada que la “Misión cumplida” de Enrique Peña Nieto con la recaptura del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.

Narcos y criminales hay muchos. Acabas con uno y surge otro.

La tercera captura de Guzmán Loera no hace mella en la estructura de poder ni de trafico de drogas del Cártel de Sinaloa. El lugar de este capo ya lo ocupa otro. Pero la aprehensión de un político por corrupción y lavado de dinero de la talla de Moreira Valdés, aunque aún sigan libres muchísimos como él, es una gran noticia en un país donde impera la impunidad frente a la ominosa corrupción.

Moreira Valdés no es el primer exgobernador que deja una entidad endeudada hasta la cachas ante la impotencia de una ciudadanía cuyas quejas pasan desapercibidas por un gobierno federal que lo consintió, defendió y que ahora que está en desgracia se deslinda de él. No voy tan lejos en la historia, pero desde la década de los años 80’s del siglo pasado, son decenas de exgobernadores, exdiputados, exsenadores, en fin, políticos y expolíticos que se atiborraron los bolsillos con dinero del erario y, pese a lo evidente de sus abusos, las denuncias públicas, los escándalos periodísticos -incluso a nivel internacional-, nunca respondieron ante la justicia por el delito de corrupción que cometieron. Al contrario, sus hijos gozan de una vida de opulencia y tranquilidad que hasta se atreven a presumir en las redes sociales como para darle envidia a la sociedad a la que sus padres saquearon, a la “prole”, recordando el adjetivo que en 2011 utilizó Paulina, la hija mayor de Peña Nieto, para referirse a los mexicanos que, a diferencia de ella, no son una estirpe de políticos priistas.

Dice el dicho que cuando veas a un hombre vestido con un uniforme rojo, con casco, en un camión con un tanque de agua, torreta, sirena, escaleras y mangueras, es porque es un bombero. En México, cuando vemos a un exgobernador viviendo en la riqueza, viajando por todo el mundo, comiendo en los restaurantes más caros del planeta y a sus hijos presumiendo yates, autos de superlujo, o presumiendo fiestas en pisos enteros de hoteles en países exóticos, nunca nos equivocamos al concluir que se trata de un criminal de cuello blanco protegido por el gobierno en turno.

No podemos más que aplaudir el hecho de que el gobierno de España enviara a prisión a Moreira Valdés por los delitos de malversación y blanqueo de dinero público. Lo lamentable es que tenga que ser el sistema judicial de una nación extranjera la que aplique la justicia, porque la mexicana, y en especial la de Enrique Peña Nieto, cruza los brazos, consciente de que escupir al cielo siempre tiene consecuencias.

En el PRI, su actual presidente, Manlio Fabio Beltrones, no sorprendió a nadie cuando dijo que el partido que comanda no tiene nada que ver con los problemas del exgobernador de Coahuila. Ahora que uno de los soldados del PRI cayó en desgracia, toda la tropa y sus oficiales -como Pilatos- se lavan las manos porque no tienen de otra.

España no es precisamente un ejemplo internacional de la lucha contra la corrupción. A la nación ibérica los mexicanos le debemos la herencia del uso de los sobornos para obtener favores políticos y un puesto de representación publica. Pareciera que los españoles están tan infectados de la epidemia de la corrupción como nosotros los mexicanos. El arresto de Moreira coincidió con el “perdón” que le otorgó la Fiscalía Anticorrupción y sistema fiscal de España a la infanta Cristina, hermana del rey Felipe VI, por, valga la redundancia, actos de corrupción.

Me da hasta flojera enlistar el número de políticos mexicanos cuya corrupción es tan evidente, excepto para el gobierno federal, y son de todos los partidos, aunque el PRI sigue teniendo la delantera en este vergonzoso casillero. Pongo un solo ejemplo, el exgobernador priista del Estado de México Arturo Montiel. Las autoridades lo perdonaron. Fue el mismo Peña Nieto, su sobrino, quien siendo gobernador mexiquense exoneró a Montiel pese a lo evidente de sus delitos, de su enriquecimiento ilícito y el de sus hijos.

De Moreira Valdés ni qué hablar, dejó a Coahuila con una deuda de casi 34 mil millones de pesos. El exgobernador vivía en Barcelona; sin trabajo, gozaba de cuanto lujo imaginable se puede pensar en esa ciudad tan cara. El viernes 15 de enero fue arrestado en el aeropuerto Barajas de Madrid. La noticia sacudió el andamiaje político mexicano y en especial el del PRI y la presidencia de Peña Nieto, que actuaron como si nada importante de verdad hubiera ocurrido.

Desde febrero de 2013, cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció la confiscación de una cuenta bancaria con 2 millones 275 mil dólares con 41 centavos en las Bermudas a Javier Villarreal Hernández, ex titular del Servicio de la Administración Tributaria de Coahuila, bajo la gubernatura de Moreira Valdés, el gobierno de México debió investigarlo. No lo hizo. Un año después, en febrero de 2014, por medio de la Corte Federal del Distrito Oeste, en San Antonio, Texas, el gobierno de Estados Unidos acusó formalmente a Villarreal Hernández de narcotráfico, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.

Ni así el gobierno de Peña inició siquiera una investigación contra el expresidente del PRI.

¡Qué impotencia sentimos los mexicanos ante tanta impunidad! Ojalá viajaran a España todos los expolíticos y políticos a quienes acompaña como una aureola la sombra de la corrupción.

 

 

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Comentarios2
  • Jose utierrez

    El "arresto" de Moreira ? Te duró poco el gusto. Vamos a ver que sigue.

    Responder
    25 enero, 2016
  • Jose utierrez

    El arresto fue puro circo, vamos a ver que sigue.

    Responder
    25 enero, 2016

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