La irónica relación bilateral más importante de Estados Unidos

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

 

La irónica relación bilateral más importante de Estados Unidos

Washington – Es tradición que cada vez que se acerca la visita de un presidente de México a Estados Unidos, o a la inversa, la Casa Blanca o el Departamento de Estado propaguen a cuatro vientos que de entre las relaciones bilaterales más importantes para Washington, la mexicana está en el primer lugar.

Se necesita ser idiota para no saber que esto es una mentira. Hay miles de ejemplos que demuestran todo lo contrario, que exhiben las dos caras de Estados Unidos para con México y los mexicanos. Baste solo con revisar cualquier despacho de noticias sobre el trato a los inmigrantes indocumentados de origen mexicano y la discriminación racial de la cual son víctimas.

Pero no hay que rasgarse las vestiduras para exponer el último ejemplo de lo insignificante que es para los intereses de la Casa Blanca y el Departamento de Estado la relación con México.

En septiembre de 2014, el presidente Barack Obama anunció la nominación de María Echaveste como su candidata para ser embajadora de Estados Unidos en México. Esto, luego de conocerse que Anthony Wayne -quien dejó el puesto en julio pasado- quería dejar la posición diplomática en la capital mexicana.

El anuncio de la postulación de Echaveste, quien fue subjefa de gabinete del expresidente Bill Clinton, fue destacado por algunos opinólogos en México, y por los llamados mexicanólogos en Washington, “como un reconocimiento a la importancia que le da Estados Unidos a la relación con los mexicanos”.

Echaveste, de origen mexicano y una estratega política muy reconocida en Estados Unidos, era para quienes destacaron su nominación la calza perfecta de la relación bilateral.

Se suponía que la confirmación de Echaveste, primero en el Comité de Relaciones Exteriores y luego en el Pleno del Senado, era meramente un asunto de trámite. Pero pasaron poco más de cuatro meses y nada. En febrero, Echaveste anunció que se retiraba como la nominada de Obama, exhibiendo con ello la falta de interés de la Casa Blanca y del Departamento de Estado para empujar su candidatura en el Senado.

Wayne se tenía que quedar más tiempo en México, pero el diplomático condicionó su estancia solo hasta el mes de julio.

Un mes antes de que Wayne dejara México en definitiva, la Casa Blanca anunció que ahora era Roberta Jacobson la elegida por el presidente Obama para hacerse cargo de la embajada en el D.F.

Nuevamente, los opinólogos y mexicanólogos miopes regresaron a la cantaleta de que la elección de Jacobson demostraba el gran interés que tiene Estados Unidos en la relación con los mexicanos.

Los argumentos de los aplaudidores de carrera de la relación bilateral, destacaban el que la Casa Blanca se hubiese fijado en alguien de la talla de Jacobson, diplomática de carrera, experta en temas mexicanos (negoció la Iniciativa Mérida, por ejemplo), y por el hecho de ser la actual Subsecretaria de Estado Adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental.

Otro factor que manifestaron los aplaudidores de carrera u oficiosos fue el hecho de que Jacobson estuviera a cargo de las negociaciones con Cuba, que culminaron en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y la Habana.

Bueno, la nominación de Jacobson está a punto de cumplir cuatro meses y nada más no avanza. Cuatro meses fue lo que duró la selección de Echaveste y luego simplemente se disipó.

En el Comité de Relaciones Exteriores, la postulación de Jacobson está atorada. Los senadores de origen cubano, Marco Rubio, republicano por el estado de Florida, y Bob Menéndez, demócrata por el estado de Nueva Jersey, la tienen técnicamente anulada. En dicho Comité no se ha podido celebrar la votación por la nominación de Jacobson por la oposición de Rubio y Menéndez.

La primera vez que se agendó el voto, los dos senadores pidieron que se aplazara hasta que recibieran respuesta del Departamento de Estado a unas interrogantes que tenían sobre Jacobson. Las interrogantes de los legisladores nada tienen que ver con México, lo han hecho porque están enfurecidos por el restablecimiento de las relaciones con Cuba, y con Jacobson en particular por ser quien las dirigió, no porque ella quisiera, sino porque se lo ordenaron.

La semana pasada, Rubio utilizó la regla que le permite el Comité a cada uno de los senadores que lo integran, de pedir un espacio de una semana para suspender una votación bajo el pretexto de que no está satisfecho con lo que el Departamento de Estado le ha respondido sobre Jacobson.

Esta semana, la nominada de Obama no volvió a salir en el calendario de votaciones del Comité.

La semana que viene ya se habla de que Menéndez usará el mismo recurso que Rubio para bloquear el voto, con lo cual, en el mejor de los casos y en el supuesto de que ocurra, a Jacobson la consideraría el Comité hasta el mes de noviembre.

Nadie tiene la menor duda de que el Comité apruebe la nominación de Jacobson, pero eso no le da garantía de que será embajadora en México. El Pleno del Senado la tiene que ratificar, y ahí las reglas permiten que un solo senador pueda postergar por tiempo indefinido una votación, que según algunas fuentes es lo que harán Menéndez y Rubio si el Comité aprueba a Jacobson.

Lo más grave es que la Casa Blanca y el Departamento de Estado saben a la perfección lo que ocurre en el Comité y no han hecho nada para rescatar a la nominada.

Si de verdad la relación con México fuera la más importante en la cartera de relaciones exteriores de Estados Unidos, ¿creen acaso que la Casa Blanca estaría cruzada de brazos ante la indefinición del Senado por la nominación de Jacobson?

Si a la embajada de Estados Unidos en Moscú, Londres o Beijing, el titular de la Casa Blanca la tuviera tantos meses acéfala, como es el caso de la sede diplomática en la Ciudad de México, en el mismo Capitolio de Washington los legisladores ya estuvieran pidiendo la cabeza del Secretario de Estado. ¡Todavía hay niveles y prioridades, hasta para la diplomacia!

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