El candidato mexicano de Trump

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

 

 

El candidato mexicano de Trump

 

Washington – El destape de José Antonio Meade como candidato presidencial del PRI, daría un giro interesante si entre todas las marrullerías que ya prepara Enrique Peña Nieto y su gente, insiste en perpetrar desde el extranjero que Andrés Manuel López Obrador es una amenaza para la democracia mexicana y los intereses de Estados Unidos.

Entre las teorías de la conspiración que han empezado a meter Peña Nieto y Luis Videgaray a medios de comunicación, articulistas y columnistas a modo para socavar las posibilidades de triunfo del líder de Morena, se menciona a la injerencia rusa.

Aunque nada está descartado, es más viable que una intervención por lo menos verbal sobre las elecciones de julio de 2018 surja de Washington y no de Moscú.

Nada podría ser más idóneo para López Obrador que el gobierno de Donald Trump, verbalmente o en tuits, se decante a favor de la candidatura del abanderado del PRI.

La animadversión de Trump con los mexicanos provocaría mayores beneficios electorales para López Obrador. No olvidemos que Trump considera que todos los mexicanos son ciudadanos de segunda clase; criminales, narcotraficantes y violadores. Esto, sin contar su afán por mantenernos a raya del territorio de su país con un muro y de expulsar a todos los mexicanos que con sus plantas profanan sus suelos.

El menor descalificativo del gobierno de Trump a la candidatura de López Obrador se interpretaría así: “Meade, candidato de Trump”.

Para el líder de Morena y los otros candidatos presidenciales; el del Frente Ciudadano por México, o el independiente; si alguno de los tantos aspirantes lo logra, el apoyo de Trump al PRI colocaría a Meade debajo de la guillotina electoral.

Eso no quiere decir que no existan mexicanos que simpaticen con Trump. Si, por increíble que parezca, hay quienes apoyan a Peña Nieto y por ende al candidato priista sin que les importe la pobreza, la inseguridad, la criminalidad, la corrupción e impunidad a la que han arrastrado a México.

Trump no es de la devoción de la mayoría de los mexicanos y su apoyo a cualquier candidato presidencial será una maldición.

Videgaray, quien tiene acceso directo a la Casa Blanca por medio de Jared Kushner, asesor y yerno de Trump, no ha hecho un solo viaje a Estados Unidos sin que filtre que López Obrador es un populista con características similares a las de los líderes venezolanos; el finado Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Al canciller mexicano le puede salir el tiro por la culata si no evita que el gobierno de Trump se exprese en contra de López Obrador o a favor de Meade o cualquier otro candidato.

Videgaray conseguirá con los oficios de Kushner, de que Trump en algún momento se exprese sobre las elecciones presidenciales mexicanas. El pragmatismo y la diplomacia no están entre las cualidades del presidente de Estados Unidos.

Trump es impredecible y aunque es posible que se abstenga hasta cierto punto de hablar sobre los comicios mexicanos o de algún candidato en particular, en su cuenta personal de la plataforma de Twitter, tengo la plena seguridad de que tarde o temprano lo hará.

Si Peña Nieto y Videgaray insisten en difundir e insertar la teoría de la intervención rusa, López Obrador debería provocar a Trump para que se mantenga hablando o escribiendo sobre los comicios de julio 2018; la democracia y buena parte de la ciudadanía mexicana se lo agradecerían.

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