Margensur (12 de octubre 2015)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3

Iguala igual a México

 

El pasado 2 de octubre, el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa Cifrián, dijo en rueda de prensa que “es un exceso” decir que la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa es la realidad de todo México. Según medios, su expresión textual fue la siguiente: “decir que esa es la realidad de todo el país nos parece que es un despropósito” (http://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/seguridad/2015/10/5/campa-exceso-decir-que-caso-iguala-es-la-realidad-de-mexico).

            Consecuente con los desatinos del gobierno al que sirve, Campa Cifrián eligió la peor fecha y la peor manera para responder al informe preliminar que hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) luego de su visita a varias ciudades de nuestro país. Peor fecha: el 2 de octubre para hablar de derechos humanos (¡!). Peor manera: descalificando en los hechos el informe preliminar de la CIDH.

            Las palabras de Campa no fueron emitidas a título personal por lo que representan la versión oficial del gobierno mexicano. Y como se ha expresado en las calles, en las fábricas, en las escuelas, en los pueblos y mercados y en las redes sociales, el gobierno que encabeza Enrique Peña miente: el informe de la CIDH es justo y acaso una aproximación a la terrible realidad que en materia de derechos humanos priva en el país. No lo digo yo, sino los familiares de las víctimas y las propias víctimas. Aquí un breve testimonio: https://www.facebook.com/mary.coronado.771/videos/725560227550066/

            Iguala es igual a México, al menos en tres sentidos: i) por la desaparición de personas y la violación sistemática a los derechos humanos; ii) por el control ejercido por el crimen organizado y la subordinación de las instituciones del Estado; iii) por el papel desempeñado por los presidentes Abarca (municipal) y Peña (federal). Estas tres evidencias, imbricadas entre sí, no son una excepción en el concierto nacional, por el contrario, si ocurrieron fue porque existen condiciones económicas, políticas, sociales e institucionales que las hicieron posibles. Veamos:

  1. La violación a los derechos humanos en México es una práctica sistemática, no una excepción ocurrida solo en Iguala. Las cifras negras de la historia reciente así lo evidencian: “151,233 personas asesinadas entre diciembre de 2006 y agosto de 2015 incluyendo miles de migrantes en tránsito. Desde 2007, hay al menos 26,000 personas cuyo paradero se desconoce, muchas posiblemente como resultado de desapariciones forzadas. Miles de mujeres y niñas son abusadas sexualmente o se convierten en víctimas de feminicidio. Y prácticamente nadie ha sido condenado por dichos crímenes” (Declaración del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, con motivo de su visita a México: http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=16578&LangID=S). Estos datos, de suyo impactantes en un país que no atraviesa por un conflicto armado, son incomprensibles sin la participación de autoridades de todos los niveles y de todos los poderes. Esto nos conduce al segundo rasgo que hace que Iguala sea México.
  2. El control ejercido por el crimen organizado y la subordinación de las instituciones del Estado. Los estudiantes de Ayotzinapa y otras personas victimadas (como los jugadores de futbol del equipo Avispones) fueron atacados, torturados, asesinados y desaparecidos por policías y militares que actuaron coordinadamente con sicarios locales. Nuevamente, este hecho no es una eventualidad en el país, sino una constante. Las evidencias abundan: la matanza del 2 de octubre, la Guerra Sucia, Acteal, Apatzingán, San Fernando, Aguas Blancas, Tlatlaya, entre otras que me vienen a la mente. El crimen se organiza desde el Estado lo que provoca el debilitamiento institucional del país y estimula la impunidad. Dice el mismo Alto Comisionado de la ONU: “…muchas desapariciones forzadas, actos de tortura y ejecuciones extrajudiciales presuntamente han sido llevadas a cabo por autoridades federales, estatales y municipales, incluyendo la policía y algunas partes del Ejército, ya sea actuando por sus propios intereses o en colusión con grupos del crimen organizado.”. Y añado: la marina también ha participado de estos ilícitos.
  • El papel desempeñado por Abarca y Peña es similar, con la diferencia de que el primero está en la cárcel y el segundo no. En ambos casos hay patrones similares: políticos que de la nada y en muy poco tiempo logran amasar grandes fortunas; el igualteco pasó de ser un modesto joyero a propietario del mayor centro comercial de la ciudad, el mexiquense brincó en pocos años de funcionario público en el gobierno de su tío a propietario de casas, bienes y haciendas, dirían los clásicos. El tamaño de la fortuna es relevante, pero dato menor, decisivo en cambio es el origen de la misma. Y las fortunas de ambos presidentes expelen tufo, enervan conciencias, compran periodistas y tienen sicarios a su servicio, con y sin uniforme.
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