Margensur (14 de septiembre 2015)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3

 

 

 

Menear a México

 

El gobierno de Peña inició su administración bajo la consigna “Mover a México” (cualquier cosa que eso signifique), con más expectativas que intención de activar la energía social del país. A tres años es evidente su fracaso: el país no se mueve, salvo para huir de sus gobernantes. Si México se mueve es para escapar de Peña y sus hampones: gobernadores, secretarios de Estado, directores de área, jefes de departamento, policías de crucero, etc. ¿O hay alguien que confíe en las autoridades mexicanas (de cualquier ámbito, de cualquier nivel de gobierno, de cualquier poder)? A tres años de su administración, Peña quizás sea el más débil de los presidentes mexicanos en los últimos 30 años. Demostrado está que no puede “mover a México”.

            En esta tesitura se explica la designación de Roque Villanueva como subsecretario de la SEGOB: apunta a que el gobierno de Peña, ante la imposibilidad de mover, se conforma con menear a México. En tiempos de emergencia y a falta de signos claros, Peña Nieto recurre a la “Roqueseñal” (y si falla el bateador designado, entra la bateadora emergente: la inefable Carmen Salinas). El mensaje es claro: Como no pudimos “Mover a México”, al menos hay que menearlo. No cambia nada, pero se justifica el presupuesto.

            Las señales de que el proyecto de país encerrado en el slogan “Mover a México” (vuelto plataforma de gobierno) es un absoluto fracaso son muchos:

  1. Tlatlaya, Tanhuato, Apatzingan, Ayotzinapa, entre muchas otras violaciones a los derechos humanos, son los signos más evidentes de que la justicia en este país es inexistente. Pero hay más: la Casa Blanca de ¿Angélica Rivera? (¡por favor!), la casa de Malinalco de Videgaray, los contratos con Higa y miles de violaciones a la ley en el país impiden “Mover a México”, como no sea para resguardarse de la violencia institucional de Estado. En un país donde la impunidad es regla, la más amplia movilización de la ciudadanía es “hacia dentro”, hacia el resguardo y la procuración del mínimo de estabilidad en el sistema. Pero este “enconchamiento” no significa renuncia a los derechos, no es claudicación, ni menos complicidad, sino un repliegue momentáneo. Si no existe confianza en las instituciones, la denuncia se oculta, pero el agravio no se olvida.
  2. Crecimiento económico. Se supone que Luis Videgaray es muy buen tecnócrata y que el desempeño económico del país estaría a salvo en sus manos. Pues no: el “crecimiento” económico de México es francamente esmirriado, pacato, insuficiente. “Crecer” a menos del 3% es un eufemismo, cuando las economías del entorno (es decir todas, en un mundo globalizado) ajustan expectativas en el orden del 4, 6 o 7%. Este año, el crecimiento de la economía de México no llegará al 2.5%. ¿Esto es “Mover a México”? Pues sí, dirán los apologetas de Videgaray y Peña: es moverlo… pero muy despacito. Mientras tanto, la pobreza se incrementa alarmantemente y, con ello, la desesperanza, la impotencia, el malestar social. Nadie puede confiar en las instituciones si las condiciones estructurales que generan la pobreza se reproducen.
  3. Libertad de prensa. Solamente en el estado de Veracruz han sido asesinados 15 periodistas en la administración de Javier Duarte. A este contundente dato añadamos la censura cotidiana, las constantes amenazas a periodistas y reporteros, el ataque directo a medios de comunicación mediante la calumnia y la mentira, el “chayote” vuelto criterio editorial, la expulsión de Carmen Aristegui de la radio, la domesticación de medios y voces. Imposible “Mover a México” con mordaza, cadenas y censuras. Impunidad y constricción a la libertad de expresión van de la mano. Imposible “Mover a México” a través de la intolerancia, la censura y el asesinato de voces críticas.
  4. Más allá de la confianza en las instituciones a corto plazo (mínima), es de mayor relevancia identificar las expectativas individuales y colectivas en el largo plazo: ¿confiamos en que EPN realmente va a “Mover a México”? Con los resultados a la vista, es muy difícil. Si alguien tuvo confianza (ingenuos o cómplices hay al por mayor), ya no. Los tres primeros años de gobierno fueron suficientes para percatarnos que la ineficiencia campea, la corrupción es evidente, la impunidad es absoluta, el proyecto de gobierno va a la deriva. Si no construyó cimientos en los tres primeros años, los siguientes serán la culminación del derrumbe.

            Pero el hecho de que el “proyecto de gobierno” se derrumbe no significa que el país no esté en movimiento. Por el contrario, México se mueve: hacia un país más justo, transparente, digno, creativo y alegre. La fuerza del país aún no se manifiesta. No tarda mucho.

           

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