El huerto (27 de agosto 2015)

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Por Víctor García Zapata

Director de la Fundación para la Democracia

@victorgzapata

Seguir a Garzón

 

No hubo prácticamente nadie que durante mi estancia en Madrid me hablara mal de Alberto Garzón. Por el contrario, a taxistas, académicos, socialistas y podemitas les parece alguien respetable, de sólida formación y amplia capacidad política. Pero no hubo nadie, tampoco, que se propusiera votar por él. No parece estar trepado en la entusiasta ola de renovación electoral de estos días, pero para todo mundo es claro que estará allí y que los nuevos horizontes de la política española lo incluyen como alguien relevante.

 

Hay quien afirma que entre los factores que se tomaron en cuenta por el “grupo de la Complutense” para la lanzar la iniciativa de una nueva fuerza que disputara el poder a los partidos del “régimen del 78”, estuvo el de que el amigo Garzón, aire nuevo de los comunistas, estaba siendo relegado dentro de Izquierda Unida. A saber, lo que es cierto es que, finalmente, el partido de Cayo Lara prefirió ubicarse en el “momento Podemos” con Garzón como candidato a la presidencia.

 

Y, entonces, el economista de 30 años, oriundo de Málaga, será candidato frente a su amigo Pablo Iglesias, en las elecciones generales del 13 de diciembre, en un campo de batalla donde los reacomodos no parecieran dejar mucho campo para su confrontación. En todo caso, Garzón tendrá la responsabilidad de mantener en pie a la más amplia federación de izquierdas de la democracia española, fundada en 1986, sin negar la posibilidad del cambio o del debilitamiento del bipartidismo.

 

Garzón reconoce que Podemos ha sido un tsunami electoral pero insiste en la utilidad de una izquierda ideologizada que dé perspectiva histórica y claridad a las medidas económicas que podrían revertir la caída en las condiciones de vida, el desempleo y los desahucios que afectan a millones de españoles. Contrario a las tendencias discursivas, Garzón pone el énfasis en propuestas económicas de alcance estructural e insiste en modelos de análisis que recojan las contradicciones habituales entre el capital y el trabajo. Si bien ha mantenido apoyo a Tsipras, su bancada ha votado en contra de los rescates a Grecia como enunciación de que los países de la Unión Europea podrían poner en aprietos a la Troika si se niegan a liberar los fondos para condicionamientos criminales. Critica la “calculada” ambigüedad ideológica de Podemos –que no ha querido centrar el debate en izquierdas y derechas-, pero insiste en la búsqueda e mecanismos de unidad.

 

Y ahí está recolocada buena parte del debate actual. Garzón parece estar del lado de quienes históricamente sostienen la fórmula de unidad de las izquierdas como forma de enunciar la construcción de la correlación de fuerzas que se pretende en la sociedad. A nombre de ello se han constituido plataformas “Ahora en Común” para recoger la experiencia de las confluencias de las pasadas elecciones municipales tanto en Madrid como en Barcelona. Desde ahí, Garzón ha sido más discreto en ello, se ha pretendido presionar a Podemos para no ir en solitario y sentarse con las demás fuerzas a negociar una formula de unidad hacia las elecciones generales.

 

Para Podemos, el debate no es sencillo aunque parece tenerlo claro. El grupo dirigente de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón ha insistido en que 2015 es “el año del cambio” y por ello hay que funcionar como “maquinaria electoral” hasta las elecciones generales; que las categorías en las que quieren encasillar el debate –izquierda y derecha– no funcionan para entender ni las conflictividades políticas ni las formas en las que la gente pretendería votar. Para Garzón solo tienen elogios, afirman que les gustaría tenerlo en sus filas pero insisten en que la alianza es con la sociedad y no con “las izquierdas”. Podemos es, dicen, una marca que le habla a los votantes desde la posibilidad del cambio; diluir esa marca en una formula de “unidad” sería perder lo hasta ahora ganado.

 

Durante un curso de verano organizado por Izquierda Unida en julio pasado, Juan Carlos Monedero propuso implementar una fórmula de articulación que llevara siempre por delante el nombre de Podemos y después el nombre de la confluencia “Podemos–X”. Dicha fórmula ya fue aceptada por la dirigencia de Podemos para las elecciones locales pero no para las generales. Al tiempo.

 

En todo caso, sea cual sea la definición política de este trascendental 2015 para la vida política española, Garzón insiste en desencadenar un proceso constituyente que se forje desde abajo, modifique las relaciones de poder para romper de manera definitiva con los códigos del régimen del 78, y permita arribar a la tercera república. Gran parte de su proyecto político está expresado en su libro “La Tercera Republica”, editado en junio de 2014.

 

En fin. Estos vertiginosos días de inicio de campaña irán arrojando más claves para ir leyendo la emocionante trama política que en todos niveles se viene tejiendo en España desde el 15M. Lo que está claro es que Alberto Garzón es, aunque no tan visible en el exterior, de los personajes más interesantes, definitorios y de largo aliento de toda esta historia.

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