Democracia de utilería (A Bote Pronto)

Democracia de utilería

Los montajes teatrales, o algún otro espectáculo, requieren de materiales, objetos, escenografías que apoyan los diálogos, la caracterización de los personajes, las acciones, la historia que se representa. El proceso electoral que se vivió en diferentes estados de la república, y sobre todo el del Estado de México, tuvo elementos de una puesta en escena, que le permitieron representar el supuesto ejercicio democrático de la población y de las instituciones involucradas.

Sin cuidar formas y sin rubor alguno, se operó el fraude en el Estado de México con todo el aparato de Estado. Los otros partidos no tuvieron las posibilidades para frenar esa operación; ni con una buena cantidad de pruebas (unas no tan contundentes) que lograron juntar para desenmascarar la operación pro-fraude, les fue posible revertir el resultado oficial.

El PRI, con todo el apoyo del narcoestado, hizo bien su trabajo para “ganar“: una estrategia implementada desde meses atrás con millones de pesos, la movilización de funcionarios de todos los niveles y la complicidad de las instituciones electorales. Así, el triunfo se aseguraba, aunque fuese con un mínimo porcentaje.

Las abismales desigualdades que en el día a día viven millones de personas y familias, que no tienen cubiertas las necesidades básicas (vivienda, alimentación y trabajo), hacen posible comprar voluntades, votos y complicidades. Cuando la miseria ha sido aprovechada para realizar el fraude, ¿se puede hablar de democracia y libre participación ciudadana?

El uso de programas oficiales para fines electorales a favor del PRI, no tuvo ningún tipo de sanción o valor de “irregularidad” en el proceso electoral. Las denuncias y quejas que señalan esta irregularidad, simplemente no fueron atendidas por el IEEM ni por el INE. En el IEEM no existe una comisión para atender quejas y denuncias, lo que resulta muy conveniente para que la supuesta limpieza del proceso electoral avale el triunfo del PRI.

Las diferentes posibilidades para coaccionar el voto se instrumentaron en forma recurrente y funcionaron. Así, no se puede hablar de libertad para el voto, no se puede hablar de que las reglas establecidas estén diseñadas a cabalidad para garantizar un proceso limpio, y en caso dado, sancionar a quienes de una forma u otra, las violen. No se puede hablar por lo tanto, de equidad en la contienda electoral. No se puede hablar de transparencia en el conteo, en la captura ni en el cómputo de votos, ni en las casillas ni en el mismo IEEM. No se puede hablar de imparcialidad del IEEM y del INE. Si se puede hablar de una operación amplia, con diferentes actores, para garantizar un proceso amañando y fraudulento: con todo el aparato y recursos del Estado y con el Gobierno Federal como cabeza más visible.

El sistema electoral y la misma Democracia en nuestro país, son mera retórica, planteamientos huecos y acciones sin impacto real en el respeto de la voluntad popular y el mejoramiento de la calidad de vida de la mayoría de la población (incluyendo su economía y participación ciudadana en espacios de toma de decisiones). Son ahora –el sistema electoral y lo que se denomina Democracia en México- después de una práctica constante de formas fraudulentas como “método político” por parte de la clase en el poder en México, algo así como un objeto de utilería que es renovado, reciclado o reformulado y siempre en perjuicio de las mayorías y en beneficio de la clase política corrupta y los grandes capitales que han venido expoliando las riquezas nacionales desde hace ya varias décadas. Y no les importa ser legítimos. La (su) legalidad los pone con el mango del sartén y el sartén mismo.

En poco tiempo, la profesora Delfina Gómez se posicionó en el primer lugar de las preferencias del electorado. Ante el avance de su candidata, Morena no trabajó y no concretó alianzas con los más afines (PRD, Movimiento Ciudadano y PT). De última hora, el PT declinó a favor de Delfina, sin un efecto importante –eso parece- en la votación para la profesora. Sin embargo, cómo se movió Morena en el tema de las alianzas, no tendría por qué ser una cortina de humo para validar o dejar de ver el fraude realizado. Este partido tendrá que revisar con calma –sin hígado de por medio o cobro de facturas- su estrategia en el Estado de México con vistas al 2018, para empezar a trabajar con tiempo y tener algo claro para fines de este año… si es que quiere ganar, con todo y el fraude que ya está caminando hacia el 2018.

La “Democracia” es mucho más que ir a votar, es mucho más que la elección de un servidor público; el proceso electoral es una pieza más en la expresión de un sistema democrático, y es de gran importancia porque en ese proceso se hace visible la participación ciudadana y el respeto a esa voluntad que se expresa en los votos.  Si eso no se respeta, y más bien se manipula, se vulnera y coacciona, se convierte en un proceso fraudulento orquestado desde el Estado.  Así las cosas, la Democracia, nuestra Democracia, termina siendo de utilería, para permitir la usurpación del poder.

Entre otras cosas, para empezar a frenar a la banda que saquea al país y tiene secuestrada la Democracia, se requiere una verdadera ciudadanización de los órganos electorales, otra ley que regule el proceso electoral y nuevas formas de organización ciudadana lo más independientes posible de los partidos políticos, al menos por ahora. De no cambiar las cosas, el 2018 no será nada diferente, lamentablemente.

Con estas reglas de “dados cargados”, hay una mujer que representa otra visión, más en la línea de avanzar en la construcción de organización popular, al margen de montajes y pugnas por el poder. Otra visión, otra estrategia, digna de ser valorada y redimensionada, pensando en hacer las cosas de otra manera.