México: dos festejos, dos países (Margensur)

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Alejandro Saldaña Rosas
Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana
Twitter: @alesal3 / Facebook: Compa Saldaña

 

 

 

México: dos festejos, dos países

 

Nuestro país es muchos: variopinto, polisémico, heterogéneo. En su inmensa diversidad, México debe escribirse con s al final para indicar que en realidad nuestro país es muchos, o al menos, sus rostros son varios. Imposible reducir este enorme y complejo país a unas cuantas claves de interpretación, a unos pocos rasgos de identidad compartida, a dos o tres estereotipos más bien ramplones. Incluso en los festejos poselectorales se asoman al menos dos de los rostros de este país empobrecido, violentado y vulnerado durante cientos de años. En los festejos poselectorales asistimos a una suerte de pasarela de al menos dos de los tantos Méxicos que existen. Veamos.

            En días pasados hemos visto dos celebraciones de dos países completamente diferentes: por una parte, la del México vestido de rojo sangre del PRI mexiquense que con su impronta de autoritarismo, violencia y petulancia se atrevió a festejar un “triunfo” esencialmente fraudulento. Por otra parte, la del candidato de Morena, Hipólito Rodríguez, quien festejó entre amigos, ciudadanos y viejos militantes de la izquierda un triunfo obtenido a través de un voto impecable, limpio, honesto. Dos festejos que dicen mucho de los dos países que cada uno representa. Mientras el “festejo” de Del Mazo expele un tufo inocultable a fraude, el de Hipólito fue la celebración de un triunfo inobjetable: ganó en 594 de las 610 casillas instaladas. Mientras en el estado de México el sabor a derrota trasmina a la oscura militancia priista, en Xalapa el optimismo y la esperanza de la victoria se sienten en las calles. Dos festejos: dos países.

            En el PRI mexiquense y en Los Pinos el festejo ha sido animado por la ratificación de otros seis años para que de la mano de Alfredo Del Mazo III continúe el desvío de recursos, la simulación de licitaciones, las obras con presupuestos inflados, las concesiones de placas a líderes de poca monta pero extensa ambición, la proliferación de giros negros, la depredación ambiental, los feminicidios, las violaciones, la especulación inmobiliaria, la exclusión, el racismo. Los priistas y sus aliados han celebrado la continuidad de un régimen político de opresión y cinismo. Ha sido un festejo en honor a la pobreza, la violencia y la muerte, de allí que el brindis haya sido de sangre servida en cabezas de cerdos degollados.

            Es el festejo del PRI de siempre: inmensamente corrupto, salvajemente codicioso, brutalmente violento. La pobreza, la violencia y la exclusión en que ha sumido al país durante más de setenta años de dominación es la evidencia palmaria de su vocación esencialmente autoritaria, dictatorial inclusive. En este festejo las sonrisas son de complicidad por la continuación de los “negocios” usando a las instituciones del Estado como palanca, trampolín y caverna. El servicio público convertido en vía fácil y rápida para la riqueza que insulta desde esas mansiones en Malinalco, en Ixtapan de la Sal, en Valle de Bravo, en Las Lomas de la Ciudad de México. Son las tantas Casas Blancas que ostentan los Peña, los Ávila, los Del Mazo, los Montiel, los Camacho, los tantos funcionarios de cuarto, quinto y hasta sexto nivel que han hecho de la máxima de Carlos Hank González su filosofía de vida, su declaración de principios: “un político pobre es un pobre político”. Por eso su festejo de graznidos asustados, ojos en rendija y frotamiento codicioso de manos sudorosas.

            En el otro México, la celebración no tiene nada que ver con la codicia, los negocios turbios, la riqueza delincuencial. El otro México festeja desde otra parte, por diferentes motivos y con alegría muy otra: la fiesta es para iniciar con alegría la construcción de una ciudad donde quepamos todos, donde quepamos todas.

            Es el festejo de las mujeres que ven una pequeña grieta en el impenetrable muro patriarcal para avanzar en la equidad de género o tan solo ¡para caminar con libertad y seguridad por las calles de su ciudad! Es la celebración de los habitantes de las colonias pobres que no vendieron su voto (pese a las ofertas del PAN y el PRD) y esperan, exigen, los servicios municipales básicos: agua, pavimentación, drenaje, etc. El festejo en Xalapa ha sido también de los excluidos de siempre: los pobres, las minorías, los diferentes, los rebeldes: se celebra la posibilidad de construir una ciudad para todas y para todos, generosa, incluyente, tierna y desmadrosa.

            La noche del domingo 4 y el pasado sábado 10 de junio (que no se olvida) festejamos (me incluyo) la utopía que nos habita y que haremos una realidad colectiva: una ciudad humana, amigable, sostenible ambientalmente, eficiente y transparente en su gestión, con arte y cultura para todos, con una economía basada en la innovación y la inclusión social, con ríos limpios, aire limpio, libre de basura, con transporte público de calidad, muchas bicicletas en ciclovías seguras, una ciudad para andar a la hora que uno quiera, con intensa vida nocturna llena de jazz, salsa, rock, hip hop, danzón y boleros. Una ciudad para hacer deporte, para hacer ciencia, para hacer amigos.

            En este otro festejo se celebra la primera etapa, ser gobierno, para recuperar la ciudad toda: parques y jardines para nuestros niños y niñas, para los enamorados, los solitarios y quien quiera estar; mercados vivos saturados de palabras; muros para los poetas de la letra, de las sombras y el color; parques, jardines, azoteas, camellones, predios (antes baldíos) sembrados con una amplia variedad de hortalizas, plantas medicinales y plantas de ornato creciendo al cuidado de los vecinos; calles para las personas primero, después para los autos. Si en el estado de México el festejo ha sido por la extensión de los privilegios de una casta política torva, incapaz e ignorante, en Xalapa festejamos el arribo al gobierno de nuevos actores provenientes de la academia, los movimientos sociales, las redes ciudadanas. De allí que sean, en esencia, festejos diferentes: en uno se celebra una “victoria” arrancada por vías ilegales, en el otro se festeja un triunfo obtenido con absoluta limpieza. Un México celebra las exclusivas canonjías derivadas del acceso al poder político; otro México festeja la certeza de gobernar con austeridad y eficiencia para todos. Un México absolutamente minoritario festina otros seis años de soberbia palaciega; otro México seguramente en mayoría festeja que después de tantos años de lucha, de tantos muertos, desaparecidos, masacrados, se ha obtenido una gran victoria. Un triunfo que es de todos. Un triunfo que será gobierno.

            La utopía camina.

 

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Comentario 1
  • Benjamin

    Las bestias capitalistas Ecocidas Homicidas Suicidas corruptas saben que sus inversiones Malignas le generaran ganancias aunque no lo suficiente para reparar los daños causados a la Sociedad y Madre Naturaleza... Cómo terminar con éstas bestias inmundas si son dueños de Radio Televisión Escuelas Universidades Ejercito Marina Asesor ia Norteamericana CIA?

    Responder
    17 junio, 2017

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