Margensur (17 de agosto 2015)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Investigador, profesor Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3

Seguimos en la lucha

En Veracruz nos siguen matando, desapareciendo, secuestrando, extorsionando. Luego del asesinato de Estado contra Rubén Espinosa y Nadia Vera, que cobró las vidas de Alejandra Negrete, Yesenia Quiroz y Mile Martín, la situación en el estado de Veracruz sigue siendo crítica. El acoso a los estudiantes del Comité Universitario de Lucha no ha cesado, el 13 de agosto asesinaron a seis personas en un bar en Córdoba, dos colegas de la Universidad Veracruzana fueron secuestrados en el sur del estado, más los asesinatos, secuestros, levantones, feminicidios y extorsiones que no son reportados o no llegan a los medios, nos permiten afirmar que hoy en Veracruz la delincuencia es gobierno.

            Javier Duarte, el admirador del dictador Francisco Franco, es el principal responsable del deterioro en las condiciones mínimas de seguridad que priva en la entidad. Duarte dice que gobierna, por eso él es el principal responsable de los crímenes contra los periodistas y contra la sociedad veracruzana en su conjunto. Sin embargo, varios colegas académicos y activistas hemos comentado que quizás estamos errados al afirmar que Duarte gobierna. La hipótesis adquiere fundamento al atestiguar que el gobernador de la voz meliflua comete yerro tras yerro, desatino tras desatino, crimen tras crimen, cobijado por el manto de impunidad que al parecer abarca a toda la estructura de poder en Veracruz, y en México. Si Duarte tuviera en sus manos todos los hilos del poder, estaría preocupado por su proyección política a futuro (deja la gubernatura en diciembre de 2016, sino es que mucho antes), pero parece absolutamente despreocupado de la estrepitosa debacle de su carrera política. Duarte sigue instalado en la vacuidad, en la autoafirmación narcisista como criterio máximo de evaluación de sus políticas públicas, en la solaz placidez que le provocan sus abanicadores a sueldo, en la procacidad y la estulticia. Su desvergüenza, su cinismo, su torpeza, vamos, hasta su animadversión con las cámaras de foto y video, son motivo de escarnio público y material de primera para los caricaturistas y moneros. Lo cierto es que para los ciudadanos de a pie de este estado, el futuro de Javier Duarte nos interesa sólo tras las rejas. Lo demás, nos tiene sin cuidado.

            Pero tanto si gobierna, al menos en apariencia, como si no lo hace, es necesario que abandone el cargo para enfrentar un juicio político. Juicio que debería hacerse extensivo a toda la clase política en Veracruz.

            En un estado “gobernado” por hampones, está visto que manifestarse públicamente es motivo de represión, de golpes, amenazas, incluso de muerte. Pues bien, pese al miedo, pese a la desorganización y escasa capacidad de convocatoria de las organizaciones ciudadanas independientes del estado, nos hemos seguido manifestando. El lunes 10 de agosto hicimos una marcha desde la Plaza Regina hasta Casa Veracruz, donde habita el que cobra como gobernador. Esa marcha fue de enorme importancia porque vencimos el miedo y logramos que Nadia y Rubén, llegaran a la casa de su victimario. La siguiente imagen es un símbolo de enorme fuerza para el movimiento ciudadano en Veracruz. Representa que la lucha por la justicia toca las puertas del gobierno del estado.

Foto 1 casa veracruz

            Este domingo 16 lo hemos vuelto a hacer, hemos salido a las calles, nos hemos manifestado, hemos llevado nuestras voces indignadas a las calles de Xalapa. Y lo seguiremos haciendo porque es nuestro derecho. Para muchas personas las marchas no tienen ninguna importancia, ningún peso, cero relevancia. Yo mismo me he preguntado si tienen sentido. Hace unos días publiqué en Facebook las siguientes líneas: “Hemos exigido cese a la represión y la represión no ha cesado. Hemos exigido justicia, y no tenemos justicia. Hemos reclamado paz y seguimos masacrados. Hemos pedido un rasgo de humanidad, un gesto de clemencia y seguimos bajo el zapato civil de una dictadura. Hemos gritado ya basta más de mil veces, y el agravio continúa. ¿No es tiempo de cambiar la táctica, estrategia o lo que sea?”

 

Foto 2

            Está visto que las marchas, los plantones y los pronunciamientos son insuficientes, que los desplegados, los bloqueos de calles y carreteras, la liberación de casetas y las intervenciones artístico-políticas tienen limitado alcance. Sabemos que en las redes nuestra agilidad y agudeza dejan atrás a los bots, pero también estamos claros que frente a la potencia de los medios de masas amansados y maiceados, estamos en franca desventaja. Lo sabemos bien, pero vamos a insistir en marchas, plantones, bloqueos y pronunciamientos porque en este momento es lo que tenemos a mano. Y pese a sus evidentes limitaciones, hemos hecho un poco de mella en la estructura de impunidad del estado criminal que gobierna en Veracruz (y en México). Las manifestaciones en las calles, tanto en ciudades veracruzanas como en el DF, Guadalajara, Comitán, Oaxaca o en el extranjero, replicadas millones de veces en las redes y con alto impacto en los medios internacionales, parece que abren un resquicio de posibilidad de justicia en México.

            Lo que nos corresponde ahora es seguir en las calles y en las redes, en los medios, con mayor presencia internacional (hemos activado nuestras redes académicas y ciudadanas con colegas y amigos en muchos países en todo el mundo), en el terreno jurídico. Al respecto, es de enorme importancia evidenciar las inconsistencias de la averiguación de la PGJDF, como lo explican con detalle los abogados que llevan el caso de Nadia Vera: https://www.rompeviento.tv/RompevientoTv/?p=2434

            Lo que sigue es fortalecer a las organizaciones y ciudadanos que luchamos por un cambio democrático en Veracruz y en México. Estamos trabajando en esta dirección. No vamos a ceder, no nos van a callar, no vamos a renunciar a la exigencia de justicia. ¡Seguimos en lucha!

            Y como Nadia lo dijo, hago mías sus palabras: “Responsabilizamos totalmente a Javier Duarte de Ochoa, gobernador del estado, y a todo su gabinete sobre cualquier cosa que pudiera suceder a los que estamos involucrados y organizados en todo este tipo de movimientos tanto de estudiantes, académicos y sociedad civil en general”.

 

 

 

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