Alejandro Saldaña Rosas
Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana
Twitter: @alesal3 / Facebook: Compa Saldaña
Las palabras vacías
Y así, deseando que pase el tiempo para que pasen también los problemas que nos agobian, nos encontramos un día con que ha pasado nuestro tiempo.
Josefina Vicens. El libro vacío
“El libro vacío” es una de las grandes novelas de la literatura mexicana. Su autora, Josefina Vicens, retrata con agudeza la ineptitud para escribir una gran novela de José García, un gris burócrata, y a la vez su incapacidad para dejar de garabatear cuadernos. La tragedia de José García está marcada no tanto por su tarea de Sísifo de llenar borradores una y otra vez, sino por sus sueños de grandeza: las inmensas expectativas de escribir una gran novela le inhabilitan para escribir, así sin más.
José García escribe notas y apuntes en un cuaderno borrador para luego transcribirlas, pulidas y con frases contundentes, a un segundo cuaderno que recibirá la gran novela: el libro vacío, precisamente. A lo largo del relato somos testigos del tormento de José García, a la vez conocemos parte de su vida, de su historia, de sus amores y sus fracasos. El tema de la gran novela de Vicens es la nada. Es un libro que habla de la nada.
El paralelismo entre el trágico protagonista de Josefina Vicens y el patético personaje que cobra como presidente de México es sorprendente: ambos bordan sobre la nada. Pero a diferencia de José García, cuyo empeño en escribir una gran novela a final de cuentas no causaba mayor daño como no fuera a su propia autoestima, el empecinamiento de Peña Nieto por gobernar al país que habita en su cabeza está causando daños profundos, incluso irreparables al menos en el mediano plazo, al país en el que vivimos todos.
A diferencia de José García a quien se le fue el tiempo y los problemas emborronando cuadernos, a Peña se le va el tiempo pero los conflictos crecen. Y crecen tanto por su ineptitud como sobre todo por sus lastimeros intentos por mostrarse capaz, diligente y hasta osado. José García escribió en su imaginación un libro que nunca llegó al papel, un libro vacío; Enrique Peña gobierna en una realidad aparte, en un México inexistente, por lo que sus palabras llegan a este México de carne y hueso completamente huecas, son palabras vacías.
Al leer (no ler ¿eh Nuño?) los tuits de Peña Nieto a propósito de la toma de posesión de Donald Trump recordé la novela de Josefina Vicens. En realidad leí los tuits varias veces, con incredulidad al inicio, con sorna después, con irritación al final. Me parece increíble, sigo sin dar crédito y me repito en el silencio de mi azoro “no puede ser, no puede ser”. La oquedad de los tuits me recordó al libro nunca escrito y también, obligadamente, al personaje, José García, y el impresionante parecido que tiene con Peña: ambos son burócratas de escasas luces, oscuros arrebatos e inmensos sueños de grandeza. Aunque sin duda el personaje de Vicens es más profundo, con aristas, socavones y planicies, y, por ende, más interesante.
Los tuits de Peña Nieto me parecieron palabras vacías, de allí la inevitable evocación de la novela.
Transcribo los tuits, es decir las palabras vacías, mire usted si no:
Felicito al Presidente @realDonaldTrump por su toma de posesión. Trabajaremos para fortalecer nuestra relación con responsabilidad compartida.
Otro tuit:
Estableceremos un diálogo respetuoso con el gobierno del Presidente @realDonaldTrump, en beneficio de México.
El tercero:
La soberanía, el interés nacional y la protección de los mexicanos guiarán la relación con el nuevo gobierno de Estados Unidos.
Palabras vacías, en varios sentidos. En primer lugar por elegir una plataforma que sirve tanto para el chacoteo y la fruslería como para la compartición de información. ¡Un posicionamiento de tal envergadura no puede hacerse a través de Twitter! Donald Trump es una amenaza real para los mexicanos en los Estados Unidos y para el país en su conjunto. Por supuesto que vamos a salir avante, sin duda, pero la gravedad de la situación no está para palabras vacías en ¡menos de 140 caracteres!
En segundo lugar, son palabras vacías porque el destinatario no está definido: ¿a quién dirigió Peña esos tuits? Pareciera que el primero (las felicitaciones) tiene por destino al presidente estadunidense, lo que de suyo resulta absurdo habida cuenta de que el gringo no habla español; pero bueno, se entiende porque el inglés de Peña no es precisamente elegante. Si los tuits están dirigidos a los mexicanos, peor tantito: son completamente inverosímiles, son palabras vacías por cuanto la evidencia contumaz de los hechos los desmienten. Ni ha habido diálogo respetuoso debido a las altisonancias y faramalleadas del anaranjado presidente de los EU a las que el gabinete de Peña no ha frenado ni atemperado, ni de parte del gobierno mexicano se vislumbran esfuerzos contundentes por dialogar de tú a tú con sus homólogos del norte. Tanto Peña como el aprendiz de cónsul Videgaray han confundido la sumisión con la diplomacia, por lo que resulta falaz esperar un diálogo entre iguales.
En tercer lugar, y como lo señalé en el párrafo anterior, son palabras vacías porque en esencia son mentiras, sobre todo el tercer tuit. Desde hace treinta años, cuando menos, ni la soberanía, ni el interés nacional ni la protección de los mexicanos han guiado la política (interior y exterior) del gobierno mexicano. Por el contrario, en aras de la integración comercial, el libre mercado y la atracción de inversiones, el país se ha ido desmantelando poco a poco, vendiéndose en pedazos como coche viejo. La apuesta por las bondades del TLC, tan cacareadas por Salinas de Gortari y por los posteriores vendedores de piso que han habitado en Los Pinos, resultó altamente fallida. Los saldos están a la vista: pobreza, desigualdad, despojo, migración, violencia, etc. Por eso sostengo que son palabras vacías: nadie en México cree, confía, en que EPN dará un golpe de timón para reencauzar al país, ni para modificar la relación con los EU.
Más huecas aún suenan las palabras vacías de Peña ante el estruendo de millones de mujeres (y hombres) que en plena rebeldía han levantado su voz en contra de Trump, sus amenazas y sus prejuicios. Las plazas y las calles de Estados Unidos y de muchos otros países han sido ocupadas por millones de conciencias que lanzan un mensaje claro contra Trump: ¡no pasarás!
El lunes 23 de enero Peña Nieto amenaza con dirigir un mensaje a la nación en materia de relaciones exteriores. Parece que los tuits no fueron suficientes e insistirá en atosigarnos con palabras vacías en un formato que ya bien conocemos: ceño fruncido intentando parecer estadista, frases contundentes producidas por sus más lúcidos textoservidores, voz engolada, mirada directa a la cámara para no perder el hilo del teleprompter, corbata impecable, copete impecable, traje impecable, impostura impecable. Palabras vacías en cadena nacional.
José García, el personaje de Josefina Vicens, al final de la novela dice: “Quiero seguir escribiendo. Mejor dicho, empezar a escribir, porque esta noche el tiempo se me ha ido en fantasías, en divagaciones, en recuerdos. No es así, lo sé perfectamente. Si encontrara una primera frase fuerte, precisa, impresionante, tal vez la segunda sería más fácil y la tercera vendría por sí misma. El verdadero problema está en el arranque, en el punto de partida.
“Esa luz, ¡qué fastidio! En fin, voy a acostarme y a seguir pensando. Tengo que encontrar esa primera frase. Tengo que encontrarla”.
Así Enrique Peña: en busca de una primera frase no para escribir un libro, sino para gobernar a un país violentado, saqueado, amenazado, dolido y que no le cree ni media fantasía . Y sin credibilidad no hay confianza y sin confianza no hay gobierno.
