Las extradiciones de narcos que están por venir

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

Washington – Con la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera del penal de alta seguridad del Altiplano, revivió el siempre álgido tema de las extradiciones de narcotraficantes mexicanos a Estados Unidos, como una solución para que estos criminales reciban castigos ejemplares en el extranjero, y/o para evitar que exhiban la incapacidad del gobierno mexicano y la narcorrupción. 

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El túnel de escape de Joaquín "El Chapo" Guzmán (arriba)

El caso de “El Chapo” es un aspecto emblemático de este debate. Primero, hay que establecer que el gobierno de Barack Obama “nunca” presentó, oficialmente, a la Secretaría de Relaciones Exteriores el pedido de extradición del líder del Cártel de Sinaloa. Segundo, en México, algunos medios de comunicación han demostrado que no tienen memoria histórica.

En febrero de 2014, cuando fue capturado por segunda ocasión “El Chapo”, en Chicago, Illinois, Jesús Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo”, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada García, el otro líder legendario del Cartel de Sinaloa, negociaba su transición de criminal a “testigo protegido” con la Administración Federal Antidrogas (DEA) en el gobierno de Obama.

A las horas de haberlo detenido, el gobierno de Enrique Peña Nieto recibió las primeras comunicaciones del gobierno de Obama para hablar de la eventual extradición de “El Chapo” a los Estados Unidos; sin embargo, el caso de El Vicentillo fue un impedimento técnico para un envío expedito del que ya volvió a ser el narcotraficante más buscado del mundo por su segunda fuga.

“¿Para que los quieren? Tanto fregar con las extradiciones de jefes de los cárteles y ahí está el resultado de lo que hacen con ellos, como al Vicentillo, lo convierten en testigo protegido”, me dijo a principios de marzo del año pasado un funcionario del gobierno mexicano, justo cuando en Washington legisladores exigían a Obama que presionara a Los Pinos para que como paquete urgente de Federal Express les entregaran a “El Chapo”.

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Jesús Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo” (arriba)

La información que proporciono a la DEA el hijo del Mayo Zambada fue crucial para la captura de “El Chapo” en Mazatlán, en febrero de 2014. No obstante, a este narcojunior aún no lo sentencian, sigue en prisión esperando una sentencia benévola de 10 o 15 años, y con la fuga de “El Chapo” se ve difícil que lo hagan en el corto plazo. El Vicentillo todavía puede dar información relevante a la DEA.

Es muy aventurado pronosticar qué cambiara en la relación México-Estados Unidos en materia de las extradiciones por los efectos de la fuga de El Chapo.

Pienso que aun en la remota posibilidad de que volvieran a capturar al líder del Cartel de Sinaloa, el gobierno de Peña no lo extraditaría inmediatamente. Si lo hiciera, estaría tácitamente admitiendo su incapacidad judicial y en materia de seguridad para mantener tras las rejas a un criminal de alta peligrosidad y con un increíble nivel para escabullirse frente a las narices de cualquiera. Hay otro elemento, los derechos constitucionales de cualquier ciudadano mexicano, así sea el narco más buscado o más poderoso de toda la tierra.

A cualquier decisión de extradición expedita a los Estados Unidos, la Constitución mexicana otorga al mexicano implicado el derecho de apelación y de llevar el caso hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación si fuera necesario, que es un proceso legal que puede tardar años en resolverse.

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Rafael Caro Quintero (arriba)

Rafael Caro Quintero, otro de los narcotraficantes mexicanos más buscados y requeridos por la justicia estadunidense, salió libre de la prisión de Puente Grande, Jalisco, precisamente porque la Constitución le garantizó sus derechos jurídicos como mexicano. Contra el otrora líder del Cártel de Guadalajara no existía un pedido actualizado de extradición por parte de Estados Unidos. Caro Quintero ya había purgado en México la sentencia que se le dio por los delitos que se le imputaron, que fueron los mismos por los que lo requería Estados Unidos: narcotráfico y el involucramiento en el asesinato del agente federal estadunidense Enrique Kiki “Camarena” Salazar, en 1985.

En la lista de los deseos de Estados Unidos siguen estando los pedidos de extradición de todos los capos importantes que han sido detenidos en México y que siguen vivos. Ernesto Fonseca Carrillo y Miguel Ángel Treviño “Z40”, por poner un ejemplo.

Pero insisto, no veo que en el corto plazo, y menos en el contexto de la fuga de “El Chapo”, la presidencia de Peña Nieto acceda a enviarlos “en caliente” a Estados Unidos.

La ineptitud e incapacidad del gobierno mexicano para resguardar los intereses de la nación y contener la corrupción por narcotráfico quedaría totalmente expuesta, más que con lo del túnel en el penal del Altiplano.

Lo que deberían hacer los gobiernos de los dos países es abordar desde otra perspectiva el problema de la producción, demanda y consumo de las drogas. No pueden negar, y se niegan a admitirlo públicamente, que ya perdieron la lucha contra las drogas.

Una alternativa podría ser la legalización de algunos enervantes. Mientras exista la corrupción por narcotráfico en México, y la demanda y consumo de drogas en Estados Unidos, capos de la talla de “El Chapo” tendrán a su disposición millones y millones de dólares para construir sistemas de fuga tan caros, sofisticados y precisos como los túneles debajo de las prisiones de alta seguridad y que están certificadas, como lo afirmó sin recato el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. La del Altiplano, para no ir más lejos.

Atrás Serapaz -13 de julio 2015 - ¡Alerta Xochicuautla!
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