¿La tragedia de México porque… Trump?

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Érika Paz

Asesora parlamentaria en temas de comunicación. Co-conductora del programa Jaque Al Rey

@paz_eri

¿La tragedia de México porque… Trump?

Sin el ánimo de minimizar las consecuencias que podría traer para México la presidencia de Donald Trump, no quiero pasar por alto la curiosidad que despertaron en mí algunos sectores de la sociedad, quienes expresaron públicamente su más hondo dolor, el sinsentido e incluso el llanto que les provocaba el resultado electoral que anunció la derrota de Hillary Clinton

Ya desde la noche del 8 de noviembre leía en las redes sociales algunos comentarios de desconsuelo, desesperación y pesadumbre por lo que para esas horas se anunciaba como una “realidad”. La mañana del 9 de noviembre, de camino al trabajo, escuché en la radio nacional a la señora Martha Debayle; al micrófono, ella señalaba: “¡Que me está costando la vida realizar este programa! […] cuando todos tenemos una depresión colectiva infernal”, todo porque la sociedad estadounidense eligió a Donald Trump como su presidente.

Se jactaba de haber levantado impresiones de sus amigos ciudadanos estadounidenses y anunció que durante su programa ofrecería una respuesta a la tribulación –a su modo de ver– colectiva que todas y todos los mexicanos sentíamos en aquel momento.

No alcanzaba a dilucidar si la tristeza expresada se debía a que la figura de Trump representa el racismo, la misoginia, la intolerancia, la xenofobia, la discriminación; elementos que confirman su compromiso con los sectores conservadores de la derecha y la ultraderecha. O, bien, la tristeza que señalaba Debayle era porque no había ganado Hillary Clinton, la favorita del establishment global, la candidata que daría continuidad a la política intervencionista, colonialista y neoliberal de Obama.

No tardé en escuchar que la conductora de radio, así como algunas personas de la clase media, o al menos identificadas con este sector, reprodujeron y parafrasearon solemnemente el discurso de Hillary Clinton, lamentaron la derrota de quien fuera la coautora de la Reforma Energética en México –cuyo contenido abrió paso a las megapetroleras estadounidenses en nuestro país y, con ellas, a los correspondientes procesos de despojo y desposesión–; quien apoyó conflictos bélicos como la invasión de Irak (2003) o de Libia (2011), avaló bombardear Siria (2013) y vio con beneplácito los bombardeos por parte de Israel en Gaza.

En suma, deduje, este sector se lamentó por el ascenso de la ultraderecha en Estados Unidos. Pero, ¿qué acaso en México no gobierna –con el beneplácito del mismo sector de la sociedad que hoy lamenta la victoria de Trump– la misma derecha o una muy parecida?, ¿acaso la ultraderecha no ha encontrado las rendijas para seguir colando sus intereses en el Congreso y ha sometido al Ejecutivo? (¿no lo vimos recientemente en la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, donde se desechó la iniciativa para elevar a derecho constitucional el matrimonio igualitario?).

¿No fueron senadoras de la derecha, Mariana Gómez del Campo, del PAN; e Hilda Flores, del PRI, y legisladores disfrazados de progresistas, como Zoé Robledo y Dolores Padierna, del PRD, quienes se pusieron la playera de campaña de Hillary Clinton, ¡y en el Pleno del Senado mexicano!?

Y ¿acaso estas personas, identificadas con o pertenecientes a la clase media, se desgarraron las vestiduras por tal acto?, ¿acaso recordaron la visita de Trump a Los Pinos?, ¿acaso mencionaron la actuación de Peña Nieto y el exsecretario de Hacienda, Luis Videgaray, al recibir a Trump en Los Pinos?, ¿se han preguntado sobre el probable pacto firmado entre el presidente mexicano y el ahora presidente estadounidense?

Pero, ¿se atreven a apuntarlo?, ¿se atreven a señalar a esa clase política? ¿acaso se acongojan porque la derecha y la ultraderecha tienen las riendas de este país?, y que bajo su política tributaria los impuestos que paga la gente de los sectores rurales y/o con mayores carencias son cuantiosamente más elevados en proporción con la población urbana y de los sectores más privilegiados.

¿Acaso lamentan las circunstancias de buena parte de la población del país que actualmente vive en pobreza y pobreza extrema?, ¿no son precisamente ellos quienes señalan que si la gente vive en esas circunstancias es por su falta de actitud positiva y emprendimiento? ¿Alguna vez han criticado el empobrecimiento provocado por los gobiernos de derecha para poder callarla, gobiernos que además restringen la libertad de expresión e imponen o intentan imponer leyes mordaza y sancionan a quienes protestan?

Vale la pena mencionar la amplia cobertura mediática que dieron los medios nacionales a las elecciones del país vecino: notas informativas, datos y comentarios al margen, que una vez más pusieron en evidencia a los medios convencionales cuyos informativos se basan en las declaraciones de lo que dicen que ocurre, más no en lo que ocurre.

Un periodismo que ha colocado en el centro de sus análisis a los migrantes mexicanos sólo después de que Hillary Clinton comenzara a reivindicarlos para obtener el voto latino, pero no dedican programas especiales a los migrantes centroamericanos.

Porque las voces de los verdaderos periodistas críticos son silenciadas por este gobierno que lo mismo mata, desaparece y empobrece a la mayor parte de su población. Cómo explicar que en una democracia existan miles de víctimas de desaparición forzada, de ejecuciones extrajudiciales, entre ellas miles de hombres y mujeres migrantes centroamericanos a quienes se les invisibiliza, a quienes se les deshumaniza y, todo, ocurre en territorio mexicano.

Migrantes que también son esclavizados, víctimas de trata y prostitución; cómo explicar el racismo, la xenofobia, la discriminación y la indiferencia hacia la población afromexicana, cómo explicar la impunidad en la que se mantienen casos como el de la guardería ABC, del que mucho tiene que rendir cuentas la expareja presidencial integrada por Felipe Calderón y Margarita Zavala Gómez del Campo, mujer que ahora aspira a la silla presidencial y prima de Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella, una de las socias de la guardería, prima también de Mariana Gómez del Campo, senadora por el PAN arriba mencionada.

El listado de tragedias, de crímenes de lesa humanidad, de nepotismo, actos de corrupción e impunidad es interminable, por lo que resulta curioso que esas personas que muestran toda su preocupación por lo que podría ocurrir en Estados Unidos parecen desconocer la magnitud de las tropelías ocurridas en el territorio mexicano.

Pareciera que ignoran todas estas injusticias cometidas en contra nuestra, en contra de ciudadanas y ciudadanos de países centroamericanos que ingresan a México, injusticias cometidas al margen, pero también de forma articulada con la institucionalidad.

Pues ya está, con todo, ha ganado el multimillonario que hará más ricos a los más ricos y a los pobres más pobres, pero esto ocurre desde hace décadas en México. Frente a nuestros ojos los gobiernos del PRI y del PAN han aniquilado los derechos sociales, pero seguimos condenando a esos que toman las calles exigiendo justicia, a los que defienden la soberanía nacional y seguimos votando por los partidos de la derecha y esta es nuestra realidad, esta nuestra tragedia, ¿hasta cuándo?

 

 

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