Ostracismo contra pragmatismo

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

Ostracismo contra pragmatismo

 

Washington – Se llegó la hora de la verdad y el próximo martes 8 de noviembre los estadunidenses decidirán el futuro político de su país para los próximos cuatro años, entre el ostracismo, con Donald Trump; y el pragmatismo, con Hillary Rodham Clinton.

Más de un año y medio pasó desde aquel anuncio que parecía una mala broma, cuando Trump, acusando a los mexicanos de ser criminales, violadores y narcotraficantes, lanzó su postulación a la nominación presidencial del Partido Republicano… y la ganó.

En las urnas, el próximo martes, los estadunidenses se enfrentan a una polémica decisión, que si se define por la cordura será resuelta con bastante facilidad a favor de Clinton. De lo contrario, podría ser una final de fotografía con acusaciones de fraude por parte de Trump, que menoscabarían por siempre el sistema electoral y el proceso democrático estadunidense.

La larguísima campaña electoral de los Estados Unidos fue tan sucia y llena de mentiras o verdades a medias, que al observarla con una lupa desde el extranjero bien podría ser comparada a la de un país del tercer mundo. Como a las que estamos acostumbrados en México, ni más ni menos.

Trump no es sólo demagogo y racista, es una amenaza a la estabilidad democrática de su país. Su estado de negación, que se ampliará si pierde en una elección cerrada, acabaría con la histórica y civilizada transición del poder ejecutivo.

Todo lo que gira alrededor del candidato republicano es falso, es como un andamiaje político prefabricado para una obra de teatro.

Lo cierto es que esa historia de ficción la compraron millones de estadunidenses que, diga lo diga, haga lo que haga, le creen a Trump. Lo bueno es que no son mayoría entre los electores. Lo malo es que Hillary no es la panacea ni la mejor alternativa en un mundo ideal. Es lo que hay, mala candidata y una mujer que no convence y no tiene la confianza del electorado, pero es mejor que Trump.

Sus escándalos sexuales, su misoginia, sus mentiras respecto a sus obras de caridad, su racismo, su desdén por las minorías étnicas y sus maniobras truculentas para evadir el pago de impuestos salieron a la luz muy tarde, casi en el ocaso de la campaña.

El hubiera no existe, pero si las 11 mujeres que ahora acusan a Trump de acoso y ataques sexuales hubiesen contado sus historias hace un año y medio, otro sería el candidato republicano y tal vez Clinton no estaría en la antesala de ser la primera mujer en ganar la presidencia de los Estados Unidos.

Para poder entender qué fue lo que pasó, el periodismo y los académicos e historiadores tienen que analizar y reflexionar por qué los medios de comunicación de Estados Unidos, los grandes diarios, como The Washington Post y The New York Times, no cumplieron a tiempo con su obligación de escrutar hasta en los rincones más recónditos a Trump. Habrá tiempo, y mucho, para determinar qué tanto influye la televisión por cable y sus necesidades de audiencia para poner cada minuto a un personaje con frases indignas de un ciudadano civilizado, sin darse cuenta de que le hacía el caldo gordo, y gratis, además.

Clinton debe tener una victoria inobjetable, con más de 300 votos del Colegio Electoral; de lo contrario, y bajo la lluvia de acusaciones infundadas de fraude por parte de Trump, como a la mexicana, su legitimidad será puesta en tela de juicio por la sociedad enajenada con el millonario narcisista de Nueva York.

No es el voto popular el que elige al presidente o presidenta de Estados Unidos, es la asignación de los votos del Colegio Electoral, que son 538 distribuidos en los 50 estados del país. Se necesitan 270 como mínimo para ganar.

Por ello, las encuestas sobre la tendencia electoral a nivel nacional no dicen mucho para vaticinar el resultado de las elecciones del próximo martes. Florida, Ohio, Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte, Arizona y hasta el estado de Texas, con sus votos del Colegio Electoral, podrían ser la llave del éxito para el próximo huésped de la Casa Blanca. Tengo casi 29 años como corresponsal extranjero en Washington y me ha tocado reportar sobre ocho elecciones presidenciales. Desde la que disputaron George H. W. Bush y Mike Dukakis, hasta ésta que parece pesadilla.

Confío en la cordura y creo que Clinton ganará con soltura.

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Comentario 1
  • Alicia Sosa

    No estoy a favor de ninguno de los dos candidatos, sin embargo considero que la posición debe ser objetiva, por qué no se habla de la Sra. Clinton, de sus mentiras, intereses, fondeadores, hechos y echos?.

    O mejor dejar de influenciar a la población, se critica las posición de Trump y le hacen propaganda, entonces?

    Y si se quiere dirigir el apoyo a la Sra. Clinton, pues que resalten sus ventajas, que ojalá no se les reviertan a los defensores y promotores.

    Responder
    2 noviembre, 2016

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