Atenco, la violencia indeleble

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Ricardo González Bernal

Coordinador del Programa Global de Protección de Article 19

@R1card0G0nzalez

 

 

 

 

Atenco, la violencia indeleble

 

La represión en San Salvador Atenco guarda un lugar especial en la historia reciente de atrocidades en México, tanto por su gravedad como por el hecho de que el conflicto que le dio origen aún sigue activo. El operativo que diseñó el almirante Wilfrido Robledo dejó como resultado el fallecimiento de Alexis Benhumea y Javier Cortés, la detención de 207 personas,146 detenciones arbitrarias, la expulsión de cinco extranjeros y quejas contra elementos policiacos por presuntas vejaciones y violaciones sexuales a 26 mujeres.

 

Después de más de 10 años de impunidad dentro del sistema judicial mexicano, el caso 12.846 “Mariana Selvas Gómez y otras, respecto de México” fue presentado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Este tiene que ver con las violaciones graves a derechos humanos que tuvieron lugar durante los operativos instrumentados por las autoridades federales, estatales y municipales en el municipio de San Salvador Atenco, Estado de México, entre el 3 y el 4 de mayo de 2006.

 

Como es recurrente en conflictos relacionados con la defensa de la tierra, la promesa que pregonaba el gobierno era el progreso, creación de trabajos, infraestructura y desarrollo. El nuevo aeropuerto de la Ciudad de México traería eso y mucho más, gracias al liderazgo impoluto del primer presidente que terminó con los 72 años de permanencia del PRI en el poder y a la audacia de quien entonces era gobernador, pero que se convertiría en el rostro del nuevo PRI que 12 años más tarde recuperaría la presidencia.

 

La represión ejercida en contra de integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y La Otra Campaña, así como otros grupos políticos y transeúntes, fue generalizada y sistemática.

 

Eran otros tiempos, de la violencia ejercida por el Estado mexicano sólo se escuchaban testimonios de boca en boca, o en los libros y documentales accesibles a un sector reducido de la población. Aunque ya entonces había sido transmitida por televisión la videograbación de la masacre de Aguas Blancas (1995), en 2006 estábamos aún muy lejos de las capacidades de documentación y transmisión de información relacionada con las tropelías de los gobiernos. De la crueldad autoritaria del PRI se sospechaba, pero sólo eso. Y esto se debía (y debe) al silencio o complicidad de los medios de comunicación comerciales.

 

Sin lugar a dudas, el anuncio hecho por la CIDH es una gran noticia. La Corte tendrá la oportunidad de profundizar en las responsabilidades de acuerdo con la cadena de mando, más allá de los hechos en concreto. Aunque los procesos de la Corte Interamericana pueden tomar varios años, es claro que la indiferencia e inacción del gobierno tienen fecha de caducidad.

 

A la par como sociedad, debemos también hacer un ejercicio de memoria y llamar a cuentas a todos esos medios de comunicación que durante la represión en San Salvador Atenco se convirtieron en promotores de la violencia y la deshumanización. Al mismo tiempo que reporteros y reporteras que intentaban hacer su trabajo de manera apropiada fueron objeto de agresión.

 

A 10 años de estos hechos, valdría la pena preguntarnos: ¿en dónde están los instigadores y perpetradores? ¿En dónde están esos periodistas y editores que promovieron el odio y la violencia?

Cero Decibeles - La Lengua - 29/09/2016
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