J. Jesús Esquivel
Corresponsal de la revista Proceso en Washington
@JJesusEsquivel
La embajadora de México en España… una fichita
Washington – No es extraño que quienes ostentan el puesto de embajador o embajadora de México en el extranjero se sientan omnipotentes y casi casi reyes. En el caso de Roberta Lajous, embajadora de México en España, creo que los adjetivos más adecuados para mencionarla serían el de emperadora y prepotente.
Distintas fuentes de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), a lo largo de varios meses, me habían estado pidiendo que pusiera atención a Lajous, quien “francamente es toda una fichita”.
A la flamante embajadora de México en España se le ocurrió crear en Madrid “La Casa de México”. La particularidad del proyecto de Lajous -que tiene alarmadas y sorprendidas a las autoridades españolas- es que quiere que el edificio para “La Casa de México” sea donado al gobierno mexicano por el de España.
Los gobernantes españoles no quieren cumplir el capricho de Lajous. España apenas está saliendo de una crisis económica.
Consciente de la realidad y de la posición del gobierno de España, Pablo Raphael de la Madrid (sobrino del expresidente Miguel de la Madrid), director del Instituto de México en España, según las fuentes de la SRE, hizo ya varios intentos para convencer a Lajous de que desista de sus sueños de emperadora.
Al sobrino del expresidente mexicano su comprensión de la situación le ha salido muy cara. Lajous, además de insultarlo, lo ha arrinconado políticamente en la embajada y lo ha desautorizado.
La embajadora de México en España no quiere entender que el gobierno español no le regalará el edificio que ella pide.
La historia de los caprichos y prepotencia de Lajous no es novedad en los pasillos de la SRE. Lo que es todo un misterio es quién realmente la protege en Los Pinos.
Cuando Lajous dirigió el Instituto Matías Romero en la SRE, obligó a su colaborador, el ahora embajador Walter Astíe, a repartir propaganda del PRI. Ese activismo proselitista dio como resultado una orden de aprehensión contra Astíe por cometer un delito electoral.
Siendo embajadora en Cuba, Lajous acusó, sin pruebas, de tratante de blancas al embajador Roberto Rodríguez, quien era director general de Asuntos Consulares en la isla caribeña. El caso fue un episodio vergonzoso para la SRE, porque al no encontrar evidencias de la acusación hecha por Lajous, tuvo que reinstalar en actividades diplomáticas al embajador Rodríguez. Y Lajous, como si nada.
En los círculos diplomáticos en España, el comportamiento cuasi imperial de Lajous es comidilla de todos los días. El segundo de a bordo en la embajada mexicana en Madrid, León Rodríguez Zahar, es reconocido por sus actividades extracurriculares: comprar y vender antigüedades –para lo cual, de acuerdo con las fuentes, usa recursos, coches y choferes de la embajada-, asistir a conferencias sobre el Medio Oriente en las que destaca por su antisemitismo, y embriagarse en bares de “ambiente liberal”. Las fuentes de la SRE dicen no entender por qué Lajous no le llama la atención a Rodríguez Zahar.
De acuerdo con las fuentes diplomáticas, en la SRE se ha evitado hacerle una auditoría a Lajous de la cual no saldría bien librada. A su marido le compró, con recursos del erario, un automóvil BMW del año, pese a contar con tres vehículos oficiales, incluido un Audi A6.
No solo esto, ha gastado miles de euros en decoraciones para la residencia oficial. Realiza fiestas excesivas de los gastos que le están permitidos, mes con mes. Las fuentes aseguran que para justificar lo injustificable, Lajous ordena al contador de la embajada, Jaime Álvarez, “comprar facturas ficticias” a las empresas proveedoras de servicios para la sede diplomática.
Los caprichos y tratos feudales de Lajous para con los diplomáticos y empleados en la embajada mexicana, en un plazo de dos años, han arrojado hasta ahora un saldo de varias renuncias que van desde la cocinera (que tenía años en ese trabajo), dos jefes de informática, el consejero político, el jefe de prensa, cuatro agregados legales y el cónsul honorario de México en Bilbao, Iñaki Azua. ¡Jolines, vaya emperatriz!
