Margensur (Parches en el uniforme, remiendos en el país)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3 / Facebook: Compa Saldaña

Parches en el uniforme, remiendos en el país

 

El juego es el imaginario en acto

Jacques Henriot

 

Las imágenes son elocuentes: Bredni Roque y Elías Emigdio, deportistas mexicanos, utilizan uniformes parchados durante su participación en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. “Me siento triste y avergonzado, pero me gustaría que sepan que me quitaron la oportunidad de portar el uniforme de México en Juegos Olímpicos”, comentó el halterofilista en su cuenta de Facebook. Por su parte, el boxeador Emigdio publicó en su cuenta de Twitter una foto de su uniforme y añadió el siguiente comentario: “Con algunos parchecitos por ahí, pero con trabajo y esfuerzo, saldrán bien las cosas”.

            Roque se vio obligado a cubrir las marcas en su ropa deportiva debido a que las autoridades deportivas de México le entregaron un uniforme que no era de su talla, en tanto que el boxeador Emigdio lo hizo porque el uniforme que debía portar no fue registrado a tiempo. En ambos casos la responsabilidad no es de los atletas sino de las autoridades responsables del deporte en el país, específicamente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), del Comité Olímpico Mexicano (COM) y de las respectivas federaciones.

            Los parches en los uniformes de los deportistas son la nítida expresión de la calamidad que es el gobierno de Peña en todos los ámbitos, en todos los niveles, en todo el país.

            No es la primera ocasión que deportistas mexicanos compiten con ropa parchada, este mismo año el equipo de tiro con arco participó en el mundial de Shangai con uniformes improvisados: http://www.noticiasmvs.com/#!/noticias/arqueros-mexicanos-compiten-con-ropa-prestada-y-parchada-880. Luego de esa vergüenza, el titular de la CONADE, Alfredo Castillo, declaró que no volvería a pasar una situación similar. Aquí su declaración: http://www.sdpnoticias.com/deportes/2015/05/08/no-volvera-a-pasar-conade-sobre-uniformes-parchados. Evidentemente, el “máximo dirigente deportivo” en México no cumplió con su palabra ni con su responsabilidad, lo que tampoco sorprende habida cuenta su reconocida incapacidad y su insultante frivolidad. El mayor “logro” de Castillo ha sido su amistad con Peña Nieto, lo que le ha llevado de la Procuraduría del estado de México a la Profeco, luego a Michoacán en calidad de comisionado de “seguridad” y posteriormente a la Conade. La adaptable trayectoria de Alfredo Castillo como funcionario público retrata perfectamente bien cinco de los rasgos distintivos de la administración peñista: i) la improvisación; ii) la autocomplacencia; iii) la frivolidad; iv) la ineficiencia y v) la ignorancia. Por eso no sorprende pero sí indigna que la delegación mexicana en Brasil tenga que padecer la negligencia de las autoridades deportivas; es la impronta de Peña Nieto: colocar parches y remiendos, pequeños zurcidos en un país que se cae a pedazos.

            Al momento de redactar este texto ningún atleta mexicano había conseguido alguna medalla en Río de Janeiro y las esperanzas de obtener una presea son francamente mínimas. Los atletas han hecho su mejor esfuerzo, sin duda, y su entrega es encomiable, pero el problema no está en ellos sino en la (des)organización deportiva del país, en la escasez y abandono en que se encuentra la infraestructura física (albercas, canchas, gimnasios, etc.), en la carencia de un programa nacional de formación de entrenadores de novatos, en la limitada capacidad del país en medicina del deporte, en la carencia de un programa eficaz de detección de talentos en las escuelas, entre otras fallas e insuficiencias. La obtención de medallas olímpicas es uno de tantos indicadores que evidencian la proyección deportiva del país, por lo que podemos afirmar que los escuálidos resultados en Río son contundentes: fracaso total.

            “La cultura física y la práctica del deporte son un derecho fundamental para todos”, dice en su artículo tercero la Ley General de Cultura Física y Deporte, pero sin las condiciones institucionales óptimas para la práctica deportiva, este derecho es letra muerta, como tantos otros en el país. El fracaso en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro es la consecuencia del abandono en que se tiene al deporte en México, tanto por el gobierno como por las empresas, que “apoyan” solamente cuando ven pingües ganancias en el corto plazo.

 

            En México el deporte depende mucho más de las familias que de los apoyos institucionales. Es práctica generalizada que las niñas y los niños que practican organizadamente algún deporte lo hacen gracias al dinero y el apoyo de su familia, no al de las instituciones escolares o deportivas. Desde la compra de los uniformes hasta los gastos para ir a competir a otras ciudades o países, las niñas y niños dependen de sus familiares. Inclusive en niveles del llamado “alto rendimiento” las instituciones (léase federaciones, COM) suelen utilizar a los deportistas en beneficio de los federativos y funcionarios. Las historias de dirigentes deportivos que viajan con toda la familia con gastos cargados al presupuesto de la federación mientras los atletas padecen carencias y limitaciones, no son leyendas urbanas ni mitos geniales. Hay decenas, quizás cientos de casos de federativos que viajan a costa de los deportistas, en todas las disciplinas, en todos los niveles. Y no hay autoridad que ponga orden en este caos institucional. El problema más grave es que quien paga las consecuencias de la frivolidad y la corrupción son los atletas. Ejemplo más que elocuente fue lo que sucedió en la pasada Olimpiada Juvenil, cuando muchos niños y jóvenes tuvieron que dormir en el piso porque la Conade (la agencia de viajes dirigida por Castillo) no pagó las habitaciones de los hoteles. La nota fue ampliamente comentada: http://www.sinembargo.mx/17-06-2016/3055697

            La arquera mexicana Aída Román, medallista olímpica en Londres en 2012, es muy clara en su crítica y su análisis: “hay deportistas que llegan superlesionados y se ve la manera de componer la lesión y no pueden tener una acreditación los médicos o los fisioterapeutas porque al final hay alguien más querido ahí”, comentó con agudeza y en clarísima alusión a que el inefable Alfredo Castillo prefirió acreditar a su novia que a un médico. Y añadió Román: “es un divorcio y nosotros estamos en medio”, al referirse al conflicto entre la Conade y el COM. Aquí sus palabras: http://www.sinembargo.mx/14-08-2016/3080168

            En efecto, Aída Román es certera en su diagnóstico. La obtusa trama institucional que “regula” el deporte está en la base del fracaso olímpico. El COM, que estuvo bajo la égida de Mario Vázquez Raña durante más de 30 años, se supone que conduce los destinos del deporte olímpico mientras que la Conade (la agencia de viajes dirigida por el enamorado Alfredo Castillo) coordina e implementa las políticas “de Estado” en materia de cultura física y deporte. En la intersección de ambas instituciones anidan las federaciones deportivas que sacan raja de la ambigüedad normativa, la falta de coordinación, la mano muy visible de los patrocinadores y la ausencia de políticas de Estado de largo aliento. Y en medio de tantos intereses, nuestros deportistas. Nuestros sufridos y admirados deportistas a los que desde este espacio agradezco y aplaudo su esfuerzo, su sudor, su garra. Y agradezco a sus familias, desde luego.

            Los parches en los uniformes de los atletas mexicanos son los mismos que tapizan al país luego de las mal llamadas y peor implementadas “reformas estructurales”. Son los parches de la negligencia, la corrupción, el nepotismo, el cinismo y la improvisación que dirigen tanto al deporte como al país entero. Uniformes parchados de un país roto, deshilachado, en jirones. Un país con remiendos a punto de reventar.

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